Quantcast
Channel: UN PASEO POR LA CIUDAD LINEAL.
Viewing all 30 articles
Browse latest View live

COMIENZA LA RECONSTRUCCIÓN.

$
0
0
A través de este blog se podrán realizar aportaciones, intercambiar impresiones y ayudarnos en conjunto a reconstruir la ciudad perdida. La antigua ciudad de Arturo Soria hoy absorbida por la urbe, será reconstruida poco a poco hasta poder realizar Un paseo por la Ciudad Lineal.

Con el tiempo irán  apareciendo entradas de antiguos edificios que de una forma u otra ya han sido localizados y encasillados en su lugar correspondiente, nombre y número de la calle, propietarios, historia.

Recuerda, cualquier aportación por insignificante que parezca será de gran valor.

¡Muchas gracias! 

Tierra de María Santísima.

YA ESTA A LA VENTA "UN PASEO POR LA CIUDAD LINEAL"

$
0
0
A partir de la próxima semana  estará a la venta mi obra "Un paseo por la Ciudad Lineal" en la que se hace un extenso recorrido por las edificaciones más importantes de la desaparecida Ciudad Lineal de Arturo Soria.



Seguramente muchos conozcan “Ciudad Lineal” y sus alrededores, pero tal vez sean muy pocos los que recuerden “La Ciudad Lineal.”  Un título más exacto para esta obra podría haber sido “Rescatando la Ciudad Perdida” por que realmente se trata de un largo trabajo de arqueología, realizado en bibliotecas y hemerotecas. La Ciudad Lineal de Arturo Soria nació como el sueño de un pensador, un hombre adelantado a su tiempo al que se le cerraron muchas puertas, pero que gracias a su perseverancia, consiguió realizar su más ansiado proyecto, “Urbanizar el campo y ruralizar la ciudad”.  Lo que surgió como un ideal en el que  convivirían ricos y pobres, terminó convirtiéndose en la urbanización más importante y saludable de principios del siglo XX, en la que muchos personajes importantes adquirieron su finca bautizándola en hotel o villa. Esta ciudad será por la que pasearemos analizando algunos de los edificios más relevantes: el teatro, el parque de diversiones, la plaza de toros, los estudios CEA, la fábrica de electricidad o su campo de deportes utilizado como improvisado aeródromo. Recorreremos su historia y la de sus protagonistas, hasta llegar a nuestros días, todo esto acompañado de planos y muchísimas imágenes, algunas hasta el momento inéditas, que nos ayudaran a ir encajando las piezas de este gran rompecabezas.

Un paseo por la Ciudad Lineal. 
David Miguel Sánchez Fernández.
Ediciones la Librería.
ISBN: 978-84-9873-098-2
Se puede adquirir en la librería de la propia editorial C/Mayor 80 a partir del día 22, y en el trascurso de la semana en El Corte Ingles, Fnac, La Casa del Libro, y librerias habituales.

UNA CASA PARA D. LUIS MIRANDA PODADERA. (Villa Miranda)

$
0
0

En algo más de cuatro lotes de terreno de la manzana 85 (85-F-G-H-11) con fachada a la calle de Manuel del Valle pero con entrada desde la calle del Manuel María Iglesias por un estrecho terreno, construyó la Compañía Madrileña de Urbanización (CMU) un edificio con todo lujo de detalles para D. Luis Miranda Podadera. El terreno sobre el que iría emplazado esta construcción era muy abrupto y fue una de las causas fundamentales por las que la entrada a la finca se dio desde una calle paralela. De hecho la calle Manuel del Valle no fue terminada de urbanizar hasta los años 80 cuando el tremendo socavón que producía un pequeño riachuelo fue rellenado para realizar la rasante actual.

Solar donde iría emplazada la casa.

No obstante la parcela que era propiedad del Sr. Miranda desde hacía ya muchos años acabó teniendo entrada peatonal desde la propia calle de Manuel del Valle en el año 1926 cuando se realizó la casa, aunque existía otra entrada con camino mucho más llano para vehículos desde la calle Manuel María Iglesias.

Plano de emplazamiento. Véase el acceso desde la calle paralela.

La casa que se levantó en la parte trasera del solar en una zona muy escarpada lo que favoreció su realce. El edificio construido por la Compañía Madrileña de Urbanización bajo un proyecto del arquitecto Fernando Inciarte merecía mención aparte debido a sus líneas muy sencillas y funcionales, sin adornos ni profusas decoraciones, al igual que su distribución, aunque no por ello se escatimó en detalles. La casa se levanta en dos alturas aunque parte de la planta baja quedaba semienterrada debido al desnivel con el que contaba el terreno. Los muros de la planta baja del edificio estaban realizados en mampostería de Colmenar mientas que  en la planta principal eran en ladrillo macizo de pie y medio de espesor enfoscado a la catalana y pintado en blanco. Los tabiques divisorios se realizaron con ladrillo pardo guarnecidos con yeso negro y rematados con yeso blanco, los forjados se construyeron con viguerías de hierro laminado y fábrica, y  se solaron con baldosín hidráulico imitación de mosaicos en habitaciones y dependencias principales y rojo de “ariza” en las de servicio. La cubierta era de madera y teja árabe y toda la carpintería del edificio era también de madera pintada en verde con contraventanas del mismo material y herrajes y mecanismos de latón pulimentado. 


Una preciosa imagen del edificio tomada desde un jardín vecino.



Fotografía tomada desde el frente de la casa.

 La entrada a la casa se realizaba por una escalera de ladrillo con baranda del mismo material que subía hasta un porche en el que se instaló una  pérgola de madera. La puerta de entrada estaba rematada por un arco de medio punto y era doble,  teniendo acceso directamente a un gran hall comedor que realmente servía de distribuidor para todas las dependencias.


Planta principal de la vivienda.


Una imagen del hall-comedor.

Este poseía una ventana a la terraza con orientación norte  y desde él partían siete puertas, una para cada estancia de la casa. La primera de ellas y más a la izquierda comunicaba con una amplia estancia que se utilizaba de office y desde donde partía una escalera que bajaba hasta la planta inferior donde se había instalado la cocina. Esta era muy completa y tenía acceso directo al jardín sin tener que recorrer ninguna estancia de la casa. En ella se colocó una cocina para carbón vegetal y mineral con termosifón para servicio de agua caliente y una pila fregadero de mármol comprimido. Desde la cocina se accedía a otra dependencia contigua destinada a lavadero donde además había un pequeño retrete de servicio y otro habitáculo destinado a carbonera y almacén.


Planta de sótanos.

Volviendo a la planta superior y continuando el recorrido encontrábamos cinco dormitorios, dos de ellos grandes y tres un poco menores, todos con luz natural y vistas al jardín. Junto a uno de estos se hallaba el cuarto de baños, alicatado hasta media altura con baldosín de colores, en él había una hermosa bañera de hierro fundido. En el otro extremo de la casa estaba el despacho una estancia muy atractiva que poseía una gran ventana de cuatro hojas y desde donde se podía ver la puesta de sol sobre la capital. Dentro del propio despacho se construyó un gran armario ropero.


Una imagen del despacho inundado de luz al atardecer.

La planta de bajo-cubiertas no era habitable pero se podía acceder hasta ella y tenía luz y ventilación natural. 
Como la entrada a la finca se realizaba por la parte posterior se habilitó una gran explanada en el lateral izquierdo de la casa, donde desembocaba el camino que llegaba desde la calle trasera. En esta se instaló una pérgola y se decoró con todo lujo de detalles. Se plantaron decenas de árboles frutales y de sombra, y se construyeron algunas dependencias de servicio y un garaje en la parte más cercana a la calle de Marques del Valle. Muy posiblemente esta vivienda y su vecina construida en la misma calle un número más arriba, fueran inicialmente del mismo propietario ya que ocupaban cada una la mitad de un terreno de nueve lotes con una extraña forma de división, y las viviendas construidas en ellos eran muy parecidas externamente, aunque interiormente fueran completamente diferentes. (Para más referencias véase página 224 de Un paseo por la Ciudad Lineal) 
La casa se mantuvo en el solar hasta mediados de los años 70 cuando fue derribada, después el solar completamente poblado de árboles estuvo muchos años sin la vivienda tal y como se ve en la siguiente imagen aérea de 1975.

Una imagen aérea de la zona en 1975.

Posteriormente la parcela se unió a otras dos que había junto al camino de entrada desde Manuel María Iglesias, casi junto a Villa Paquita y formó un amplio solar donde se construyeron dos bloques de viviendas de lujo con entrada desde el nº 5 de esta calle, ya que Manuel del Valle aún no tenía acceso para vehículos. En el solar no ha quedado ningún rastro de la casa que con tanto esmero construyó la CMU para Don Luis Miranda Podadera.


Una imagen aérea en la actualidad.

Autor: David Miguel Sánchez Fernández
 
Fuentes:
-      “La Ciudad Lineal” nº 787 / 10 de Abril de 1927 / paginas 193-195
-    “Cortijos y Rascacielos” nº 3 / Invierno de 1930-31 / paginas 90-91-    

Bing maps, Google Earth, Nomecalles, y  Documentación topográfica y catastral.   Ayuntamiento de Madrid - Área de Urbanismo.

LA CASITA BLANCA. 1ª (Anexo de la pag. 301)

$
0
0

La Casita Blanca construida por la Compañía Madrileña de Urbanización hacia 1900, ha sido uno de los pocos y privilegiados edificios en sobrevivir hasta nuestros días.
En la página 301 de mi obra "Un paseo por la Ciudad Lineal" se hace un  extenso repaso por su historia, desde sus inicios a principios del siglo XX, pasando por la importante reforma de los años 10, siguiendo por su reconversión en industria, su largo y agónico periodo de abandono y finalmente llegando hasta su reforma actual.

Fachada de la Casita Blanca tras la reforma de los años 10.
La fachada de la vivienda fue inspirada en otro edificio al que se le añadieron y modificaron algunos detalles.

Edificio original en el que fue inspirada la portada.
El inmueble tras su azarosa vida permaneció muchísimo tiempo abandonado dentro de una finca particular, lo que evitó que el vandalismo lo destruyese por completo. En los años 90 y principios del 2000 aún tenía las cortinas en algunas de sus ventanas a pesar de llevar casi 30 años cerrado. Las imágenes que se publican a continuación muestran alguno de estos detalles.

Fachada lateral de la Casita Blanca donde estaba el comedor.

Estado que presentaba a pricipios del siglo XXI.

La puerta principal en los años 90.

Tan solo una década separan estas dos imágenes.

El interior de la casa tambien conservaba muchos detalles del pasado, la escalera principal, mosaicos de los suelos, e incluso el techo de cristal del patio interior.

El pasillo de distribución de la planta principal en 2003.

La cocina de la casa de servicio. Parte del techo se había desplomado pero aún conservaba las cortinas.

Parte de las escaleras vistas desde el descansillo, al fondo el salón.

La chimenea del comedor en 2003.

Para finalizar esta primera parte os dejo un video que se grabó en el interior del la vivienda a principios de 2000 en el que se aprecia  el estado en que había llegado hasta nuestros días.
Esta grabación la realicé con la ayuda de mi amigo Sebastian Arabia y ha sido recuperada, remasterizada y editada para vuestro deleite.


Autor: David Miguel Sánchez Fernández.

VILLA ROSARIO (Anexo de la pag. 134)

$
0
0

En cuatro lotes de terreno de la manzana 93 construyó la Compañía Madrileña de Urbanización, un espléndido edificio para el empresario madrileño D. Celedonio de la Torre, que pasaría a la historia de nuestra  ciudad por ser quizás uno de los pocos edificios que se conservan en la actualidad. La construcción que se realizó hacia 1903 muy posiblemente fue diseñada por don Ricardo Marcos Bausa ya que tiene ciertos detalles que el arquitecto repetía en sus edificios de los que destaca principalmente sus esgrafiados florales sobre puertas y ventanas, con los que se dotaron a decenas de edificios ya desaparecidos de la urbanización entre ellos Villa Sol (pag.170), Villa Marichu (pag. 153), Villa Rosita (Pag.130), y como olvidar el teatro y edificios anexos en los cuales destacaban principalmente estos detalles llegados desde el art nouvea.
Villa Rosario era una construcción sencilla, levantada sobre un solar de 1600 metros cuadrados entre las calles de Arturo Soria 420 (antiguo) y Fernández Caro.

Localización exacta de la finca sobre un plano de los años 50.

La casa realmente no era muy grande, contaba con cuatro dormitorios, un baño, salón, comedor, cocina, despensa, sótano para carbonera y una azotea. Además había varios edificios más en la parcela, como la casa para el servicio y un pequeño garaje.

Alzado y plantas de la vivienda.

En la revista la Ciudad Lineal apareció durante largo tiempo un anuncio en el que se mencionaba a  la antigua "Torre Magnética" negocio propiedad de don Celedonio de la Torre, empresa que realizaba reparaciones e instalaciones eléctricas y como vemos en el propio anuncio nos remitía a Villa Rosario, manzana 93.

Publicidad aparecida durante largo tiempo en la revista La Ciudad Lineal.

La casa fue propiedad de don Celedonio hasta su muerte acaecida de imprevisto  el día 29 de Enero de 1933 cuando recibió varios disparos por parte del hermano de su novia, harto de las continuas disputas entre la pareja. A partir de este momento desconocemos quienes fueron sus propietarios pero conservó su nombre hasta el final de su existencia por lo que suponemos sería propiedad de la familia. Indicar además que don Celedonio era un hombre viudo hacía mucho tiempo ya cuando ocurrió el fatal desenlace, por lo que nos hace pensar que Doña Rosario fuera su esposa. Hasta aquí son todo suposiciones.

Recorte de prensa de la época con la noticia del homicidio.

La casa siguió en pie demostrando su perfección durante muchísimo tiempo aunque los signos del paso de los años la iban convirtiendo en un edificio sombrío y triste.  Recuerdo  las tardes de invierno en las que paseaba con mis abuelos por allí, nunca olvidaré su hermoso y tupido jardín que dejaba ver  parte de la casa principal y en su interior y tras sus cristales prensados turbios, una luz de una lámpara anaranjada.  

Una imagen de la vivienda a mediados de los años 80 cuando aún estaba habitada.

Con el paso de los años todas sus vecinas sucumbieron a la especulación, pero Villa Rosario seguía en pie como escapada de otra época, en los años 90 aún vivían sus propietarios en ella y por las noches cuando alguna vez pasaba de vuelta de Hortaleza veía su lucecita anaranjada en el comedor y su chimenea humeante.

Una imagen de Enero del 96 cuando aún estaba habitada la casa.

Una tarde de finales de los 90 la casa apareció cerrada a cal y canto, todas las contraventanas estaban echadas, ya no tenía su tenue luz y sus tiestos y plantas del jardín comenzaron a secarse.

Villa Rosario estática e inmortal esperaba su desenlace.

Pasaron los meses y otra tarde vi que una de sus puertas estaba abierta, al día siguiente otra, al siguiente otra más, y poco a poco iba viendo como se rompían sus cristales, se desmembraban sus contraventanas e incluso se arrancaban sus canalones de desagüe. Cambié mi ruta para no verlo pero en algunas ocasiones no podía contenerlo y volvía a pasar por su puerta. Era algo terrible, un edificio con tantísima historia que había llegado hasta nuestros días intacto, se estaba degradando de una forma galopante.

Puerta de entrada a Villa Rosario en estado de abandono.

Una triste imagen del piso superior.

El tiempo siguió transcurriendo y cada día el abandono era más evidente, ya no quedaba más que el cuerpo del edificio. De buenas a primeras aparecieron junto a su puerta principal dos enormes carteles que anunciaban la venta de pisos en el solar, días después desaparecieron todos los árboles de la parte trasera del edificio fue entonces cuando me armé de valor para conseguir las siguientes imágenes del interior para dejar testimonio de como había llegado la vivienda hasta nuestros días y lo sutilmente que habíamos destruido el patrimonio en menos de dos meses.

Solar que quedó en la parte posterior después de haber arrancado todo el jardín.

Atrás no quedaba más que el garaje y la casa de servicio ya sin tejado, junto a estos una moderna construcción que servía de almacén y casa del jardinero. En medio de toda esa desolación un coche, vestigio de un pasado no tan lejano que había sufrido en sus propias carnes el paso de los vándalos.

Alzado y planta original de la casa de servicio construida sobre uno de los muros medianeros.

El interior del garaje ya sin tejado.

Pequeño porche que había sobre la puerta de la casa de servicio.


Desoladora imagen del edificio. Sus puertas y ventanas habían sido bloqueadas con maderos.

La puerta de servicio que daba acceso a la cocina.

El interior de la casa estaba completamente destrozado, realmente debía hacer mucho tiempo que no se reformaba e incluso se pintaba, estaba todo estático. En la cocina había dos armarios empotrados desprovistos de sus puertas y en la parte posterior una alacena bastante grande con vistas al jardín. En el suelo de esta había una trampilla semiabierta que conducía al sótano, más oscuro y tétrico donde no tuve valor a bajar. A continuación un amplio corredor desde donde arrancaban las escaleras que aún conservaban su barandilla modernista y su pasamanos de madera, subían en forma de medio círculo y tenían  ventanas con vistas al jardín. Sus escalones eran de baldosín rojo de "ariza" y el resto del suelo de la planta baja de imitación de mosaicos. En uno de los rincones del salón se construyó una chimenea de donde se había escapado su fuego llevándose por delante parte de la pared y el techo.

Las escaleras vistas desde el comedor.

Lo que quedaba del comedor donde estuvo la lámpara naranja.

El resto os lo podéis imaginar, yo salí de allí como alma que lleva el diablo jurando no volver a verlo hasta que fuese un solar pero ese momento no terminaba de llegar.
Pasaron los meses y aquello seguía igual o peor, hasta que una mañana me comentaron que los trabajos de demolición habían comenzado. No pude resistirlo y llegué hasta allí, en el jardín había una gran hoguera y en ella se estaban quemando todas las carpinterías del edificio, a los pocos días se habian derribado la vivienda de servicio y el garaje y a la casa se le había desprovisto de sus balconadas. Poco después se cubrió todo con andamios y plásticos. ¿Quizás no la fuesen a derribar? 
Desaparecieron los grandes cartelones de su fachada y se derribó la tapia de cerramiento, reconstruyéndola idéntica conservando la misma verja e incluso la puerta pero suprimiendo el cartel de Villa Rosario. En la parte posterior se construyó un nuevo edificio de viviendas dejando un espacio aproximado de un metro entre ambos edificios, hasta que no finalizaron las obras de construcción no se descubrió la antigua casa, yo sinceramente no pensé en verlo así nunca, ni que el trabajo de reconstrucción hubiera sido tan minucioso y delicado. Por fin llegó el día y aquella Villa Rosario triste y gris lucía un aspecto juvenil y moderno. Pese al estado en el que llegó a su restauración se había realizado un verdadero milagro. Sus paredes lucían su color beige original y todos los adornos florales que casi pasaban desapercibidos recobraron su aspecto rojizo.
La nueva Villa Rosario.

Otro aspecto del edifico recién reconstruido.

Entrada a la vivienda, compárese esta imagen con la tomada años atrás.

Detalles de esgrafiados sobre puertas y moldura superior con adornos vegetales.

A pesar de que ya no tenga el encanto original y su interior sea ahora la sede central de la empresa constructora que lo compró, servirá de testimonio para recordar a la ciudad desaparecida, nuestra querida Ciudad Lineal.

Autor: David Miguel Sánchez Fernández.

ARTURO SORIA Y LA COMPAÑÍA MADRILEÑA DE URBANIZACIÓN.

$
0
0
Desde que yo conocí a la Compañía Madrileña de Urbanización, hace al menos ya seis años, siempre soñé con algo como así, mostrar sus fondos al gran público en una sala de exposiciones. 
Hoy esto es una realidad que ha sido llevada a cabo bajo la iniciativa del concejal del distrito de Ciudad Lineal don Manuel Troitiño, y la inestimable colaboración de la C.M.U. la cual preside don Luis Gómez Múgica. La muestra estará abierta al público durante casi dos meses, del 28 de Marzo al 18 de Mayo, en el Centro Cultural San Juan Bautista, para lo cual su comisario, Jesús Cámara ha reunido decenas de objetos, imágenes e ilustraciones únicas que han sido cedidas por diferentes fuentes.
Un paseo por la Ciudad Lineal os invita a descubrir “Arturo Soria y la Compañía Madrileña de Urbanización.”

Proyecto original de construcción de La Ciudad Lineal Madrileña. (Cedido por la CMU)

Los objetos expuestos son valiosísimos y únicos, en ella podemos incluso encontrar las escrituras de constitución de sociedad  fechadas en Marzo de 1894. En la primera sala están expuestas además cuatro gigantescas láminas de diferentes proyectos de Ciudad Lineal realizadas con plumilla y coloreadas que datan de los años 10 y una quinta lámina de la sección de la calle para La Ciudad Lineal madrileña.

Una imagen de la primera de las salas.

En este mismo recinto hay también dos inmensos planos originales de la Compañía, uno de ellos incompleto, en el que se muestran los diferentes terrenos ya adjudicados a sus propietarios y la fisonomía de la floreciente Ciudad Lineal.
Junto a estos una vitrina recoge diferentes publicaciones de la época, entre las que destacan algunas de las guías editadas por la propia compañía 1928-1929,1930-1931 así como postales y fotografías originales. Además en esa misma vitrina podemos contemplar un pantógrafo utilizado para realizar copias de planos a diferentes escalas en su caja original. Memorias y carillas de ahorro de la empresa completan la vitrina.
El resto de la sala esta ocupado por un mural realizado con todas las paginas de la guia de la C.M.U. perteneciente a al año 1911.

Una de las vitrinas que podremos contemplar en la exposición.

Antes de llegar hasta la siguiente sala encontramos una placa con las paradas del tranvía, que muy seguramente estuviera en uno de los coches de la Compañía.
En la segunda sala se exponen diferentes tipos de acciones, obligaciones y pagarés utilizados por la empresa todo ello presidido por una antiquísima máquina contable propiedad también de la C.M.U. El resto de la sala esta lleno de antiguas fotografías todas ellas incluidas en mi obra “Un paseo por la Ciudad Lineal” las cuales fueron cedidas por las mismas fuentes. El hotel Rubín, Ossa o la Quinta de Chamartín comparte espacio con diferentes instantáneas del teatro-casino junto a los que se exponen folletos de mano, cartas de menú e invitaciones diversas, verdaderas joyas hasta el momento nunca vistas.

Un aspecto de la segunda sala.

En la tercera sala se exponen algunas imágenes extraídas de la revista “La Ciudad Lineal” principal órgano de difusión de la Compañía y que durante una treintena de años informó a los propietarios y accionistas de detalles de la empresa.
En otra vitrina se exponen en esta ocasión antiguas obras editadas por la imprenta de la Compañía, entre las que encontramos alguna de Felipe Trigo, escritor español que vivió y murió tristemente a causa de suicidio en una finca de la propia barriada.

Otra de las vitrinas de la exposición.

 Junto a la salida se han instalado varias imágenes y detalles de la antigua plaza de toros y campo de deportes de la Ciudad Lineal.

 Es una exposición que merece ser vista, en ella se encuentran los cimientos de nuestra ciudad, la útopica y ya casi desaparecida ciudad del porvenir, La Ciudad Lineal.

UN POCO DE COLOR.

$
0
0
Cuando pienso en la Ciudad Lineal, casi siempre lo hago en blanco y negro, tan solo hay algunas fotografías coloreadas que nos sirven de referencia para trasladarnos a ese pasado que seguramente fuese mucho más colorido que el actual. Muchos de vosotros me habeís dicho que sería maravilloso poder ver las imágenes de mi libro en color, pues aqui teneis algunas de ellas.
A continuación veremos algunas instantaneas coloreadas, muchas de ellas en tonos ficticios, pero que nos ayudan a ver el mundo con otros ojos.

Una imagen de don Arturo Soria en el salón de Villa Rubín. Espasa Calpe. (pag 18)

 Esta imagen junto a otra que aparece en la obra de Miguel Angel Maure Rubio (La Ciudad Lineal de Arturo Soria) fueron tomadas el mismo día y coloreadas posiblemente por el mismo fotógrafo. Casi con seguridad date de mediados-finales de los años 10.

Vista posterior de Villa Filomena antes de ser Villa Fleta. (pag 333)
Casualmente de Villa Filomena y Villa Fleta aparecen varias imagenes coloreadas, pero como ya he comentado anteriormente los tonos utilizados no eran los reales.

Una imagen de Villa Fleta desde la calle Principal. (pag 342)
En esta imagen de Villa Fleta hay varios detalles destacables. El tejado de la torre era de pizarra, es decir en color negro, y el resto de cubiertas estaban decoradas con tejas verdes y amarillas al igual que la basílica del Pilar de Zaragoza, tierra natal del sr. Fleta.
Otra imagen de la fachada de Villa Fleta. (pag 341)
En esta ocasión si que se han coloreado con los tonos originales, pero siguen faltando los detalles de colores en el tejado.

Vista del jardín de la casa tomado desde uno de sus balcones. (pag 337)
En la imagen superior vemos nitidamente y con todo lujo de detalles parte del  jardin de la casa, incluso al fondo aparece el edificio principal de la finca conocida como el Bosque.

Imagen de la fachada posterior del edificio.(pag 336)
En esta otra instantanea tomada desde la parte más baja de la finca, aparece nuevamente el error de la cubierta. En este caso se ha teñido de un negro grisaceo cuando realmente era rojo y verde.

La vivienda del sr. Conde de la Puebla del Maestre. (pag 277)
Esta imagen de la Atalaya no se puede textar con ninguna otra en color, pero casi con toda seguridad los tejados fueran de pizarra por lo tanto en color gris oscuro.

Fachada de la casa del sr. Perez Stela. (pag 282)
Esta imagen de la casa del sr. Perez Stela se realizó siguiendo fielmente los patrones originarios, por lo tanto podriamos afirmar que asi era realmente.

La Terraza propiedad de don Emilio Garcia Fernández-Trelles. (pag 269)
Esta imagen de la Terraza se aproxima algo a la realidad, aunque hay dudas acerca de los tonos utilizados en los tejados. En cualquier caso es una verdadera maravilla.


Dos imágenes del jardín de Villa Rosa o Villa Homs. (pags 249 254)
Dos excepcionales imágenes del jardín de Villa Homs, aunque son pobles en colorido reflejan claramente la belleza del inmueble.

Un edificio de la pagina 262.
Podemos observar que la mayoria de las imagenes se coloreban con tres o cuatro colores basicos, rojo, blanco, azul y verde. En esta ocasión acertaron practicamente en todos los tonos aunque el edificio que aparece en segundo, plano coloreado en blanco realmente era de ladrillo visto. pag 258.

Una imagen del porche de Villa Tinuca. (pag 171)
Villa Tinuca fue propiedad de Raquel Meller y por este porche de estilo tan sóbrio y español pasearía la genial cupletista en más de una ocasión. Un 10 para su tratamiento artístico.

El jardín de la Tierra de Maria Santísima. (pag 189)
Una imagen de un hotel obrero. (pag 128)
Un edificio sin catalogar.
Esta otra imagen hasta el momento sin catalogar corresponde al Bosque (pag 308)
Aun quedan muchas imagenes por aparecer, lo dejamos para proximas entregas.

UN PASEO POR UNA CALLE DE LA CIUDAD LINEAL. Realidad o fantasia.

$
0
0
Yo no sé. si fue con los ojos de la imaginación ó con los ojos de la realidad, pero te aseguro, lector querido, que he visto en nuestra «Ciudad Lineal» una calle completamente terminada que llamó poderosamente mi atención por ser la primera que veía Urbanizada en toda su extensión, por lo cuidada que se hallaba; por lo linda, lo limpia, lo alegre y lo artística que era.
En ella no había solares. Mejor dicho, había, si, tres ó cuatro solares aún no urbanizados, pero sus dueños con muy feliz acuerdo los habían cercado y los habían preparado para la urbanización plantando árboles y flores, de manera que más que solares venían á ser jardines que servían de adorno a las casas inmediatas y que á su vez se aprovechaban de ellas para lucirse y resaltar más.
Era una calle transversal que tenía la entrada por la calle principal y que ascendía en suave pendiente hasta terminar en una calle lateral paralela a aquélla. No recuerdo su nombre ni su situación, pero sé que no estaba muy lejos de Chamartin. Desde uno de sus extremos, el más elevado, se gozaba de un hermoso paisaje formado por Madrid á la izquierda, contemplado á vista de pájaro; Chamartín con su lindo pinar, en el centro; y á la derecha algunos pueblos vecinos. En el fondo y á lo lejos completando el cuadro el hermoso é. imponente Guadarrama destacando sus picachos coronados de nieve sobre el azul purísimo del cielo. Hermoso paisaje disfrutado en una deliciosa mañana de primavera tan agradable en nuestro Madrid, cuyos alrededores perderían pronto la mala fama que tienen de áridos, de monótonos y de feos, si todos nos cuidáramos un poco más de hermosearlos y enriquecerlos. 

Un tramo cualquiera de la Ciudad Lineal.
 
La calle que tanto llamó mi atención tenía 20 metros de anchura; estaba plantada con cuatro hileras de árboles, unos de hoja perenne y otros de hoja caduca, predominando entre éstos los castaños de Indias que son tan frondosos y las acacias que tan lindas son cuando estañen flor. Era una calle corta que tendría unos 300 metros de longitud y en la que no habría mas de una docena de fincas construidas, las cuales fueron para mi una sorpresa grande y muy grata, por el gusto delicado con que habían sido edificadas y por la variedad de las mismas, que me hizo creer por algún momento que se trataba de un negocio emprendido por algún capitalista ó por alguna sociedad que hubiera adquirido todos los terrenos de una calle y los hubiera urbanizado confines de explotación industrial, edificando hoteles de distinto precio, de distinto tamaño y de diferente estilo para luego revenderlos ó alquilarlos.
Pero no era así. La urbanización de aquella calle terminada obedecía al acuerdo do todos los propietarios de la misma los cuales se habían comprometido á edificar dentro del plazo de un año, cada uno según sus gustos y sus recursos; unos para vivir ya en la «Ciudad Lineal», otros para pasar en ella temporadas, otros para vender; todos para aumentar el valor de sus terrenos gracias á su propio trabajo y á la cooperación de los demás.
Digo mal; todos no, pues dos ó tres propietarios de lotes allí enclavados, ó por no tener recursos, según decían, ó por egoísmo y apatía, según otros, pensaban, se habían negado á hacer obra ninguna, ni siquiera de cerramiento y plantación de arbolado. Pero los demás, con habilidad y paciencia consiguieron comprar ó permutar aquellos lotes y entonces pudieron llevar adelante sus propósitos de trabajar en continuo para urbanizar por completo aquella calle ¿Quieres acompañarme, lector amigo, á visitarla? Si me acompañas acaso tú también puedas verla á poca imaginación que poseas ó á poca habilidad descriptiva que yo tenga.


 Esta primera finca, entrando á la derecha y que forma esquina con la calle principal, se llama, como ves, Villa Aída, De la propiedad del nombre dan testimonio su fachada, ó mejor dicho, sus fachadas, pues que la casa tiene dos, una á la calle principal y otra á la calle transversal. Las dos muy lindas y las dos del más puro estilo egipcio, copiadas á lo que veo de las hermosas decoraciones que se hacen en nuestro teatro Real, cuando se representa la ópera del inmortal Verdi. Observa qué original, qué apropiada y qué lindísima es esta despejada avenida de 20 metros que desde la calle conduce á la casa, con sus diez esfinges, cinco á cada lado del camino, á semejanza de los que el pueblo egipcio colocaba alo largo de las vías que conducían á sus templos. La fachada principal reproduce el pórtico del templo egipcio del acto 3.° haciendo muy buen efecto las ocho columnas polícromas que en él hay coronadas por capiteles que producen flores de loto y los lindos adornos y rematen en colores muy vivos. La fachada lateral reproduce en parte la fachada principal del templo de Louqsor sencillísima como ves, pero siendo de notar en ella, esos bajo relieves con escenas funerarias. No me negarás que el dueño (según mis noticias gran admirador de Verdi) ha tenido gusto con la construcción de ese hotelito en el que el arquitecto con gran habilidad y sentido estético ha sabido, evitar el principal defecto de la arquitectura egipcia; la pesadez, la falta de esbeltez y elegancia de las construcciones.
El propietario de este hotel es hijo de un rico comerciante de Madrid. Ha viajado mucho, es persona de gustos muy delicados y ha recibido de su padre como regalo de boda esta lindísima Villa Aída, cuyo interior en pisos, en escultura y en pintura recuerda también a la ópera italiana dé la que lleva el nombre. Los que tienen la dicha de poder vivir durante esta época en la «Ciudad Lineal», dicen que es un encanto pasear de noche “a un clair de Iune”  por delante de ese hotel en el que con frecuencia se tocan al piano y se cantan trozos escogidos de Aída. . 

 
Este otro hotelito qué sigue, se llama El hórreo, dándole nombre ese bonito cenador, en forma de hórreo que hay á un lado del jardín, bastante grande y bastante bueno que rodea la casa. Esta es, como verás, sencilla pero grande y muy cómoda. En ella suele pasar algunas temporadas un rico americano asturiano) que de su hermosa tierra ha querido traer el hórreo como pintoresco adorno para esa finca.
Al lado de El hórreo hay uno de esos solares de que antes he hablado, convertido en jardín y en huerta. El  jardín notable por la variedad de sus rosas y la abundancia de sus Violetas y  la  huerta célebre por sus hermosos cerezos y por sus sabrosos albaricoqueros en espaldera. Las rosas del jardín que son muy lindas, palidecen de envidia cuando vienen las hijas del dueño de la finca, que suelen venir casi todas las tardes con algunas amigas á tomar leche, á coger flores y frutas y jugar al lawn-tennis en el espacio reservado para la casa. La finca, con la casa que en ella se edificará en su día, dicen que será la dote de la primera hija que se case. Con dote y sin dote puedo asegurar que cualquiera de esas dos niñas merece la pena de pasar el Rubicán.
Villa Ghimel. Este es el nombre, raro por cierto, de la casa inmediata. Preguntando á un amigo mío con puntas y ribetes de erudito, he sabido que ese nombre significa abundancia, plenitud, y que es el título de una de las partes de un salmo de la Sagrada Escritura. La casa es, como puedes ver, preciosa, de puro estilo gótico con hermosos balcones y ventanales, con una linda crestería alrededor de toda la azotea, y con una hermosa balaustrada que sirve de antepecho á la amplia terraza.
De su fachada principal, lo que más llama la atención es la puerta monumental formada por dos arcos trilobados y dividida en dos partes por un pilar ricamente esculpido. Sobre ella se extienden ojivas concéntricas apoyadas en hacecillos de lindísimas columnas, coronadas por preciosos capiteles y adornadas por ramos de follaje. Sobre el tímpano campea el escudo señorial del dueño de la finca. Esta puerta es una reproducción simplificada de la portada de la Iglesia de San Pablo en Úbeda. Si te fijas un poco, verás que esos dos grandes y magníficos balcones de la fachada principal, que corresponden al salón y al despacho de la casa son copia exacta en dibujo y en proporciones de unas hermosas tribunas qué hay en el interior de la Iglesia de los Jerónimos de Madrid. La crestería que rodea la parte superior de la casa y que parece de piedra es de cemento y está tomada de nuestra riquísima joya del arte gótico, la Catedral de Burgos. 

Portada principal de la iglesia de San Pablo en Úbeda.
              Las ventanas que corresponden al despacho y al comedor y que dan a una de las fachadas laterales, están adornadas con una clase de papel que imitan muy bien y a muy poco precio las vidrieras en colores que se ven en nuestras Catedrales y en algunos palacios antiguos. Pertenece esta casa á un rico tradicionalista de Úbeda y que figuró mucho en la última guerra civil, el cual ha querido rendir culto á lo pasado al hacer su casa, sin disputa una de las más artísticas y de las más hermosas de toda nuestra «Ciudad Lineal». Contemplémosla por última vez y antes de marcharnos fíjate en este cartelón que hay sobre la hermosa y ancha puerta de hierro de la entrada. Al lado del nombre de la flaca tienes unos signos en hebreo que significan “Schalon lach” que quieren decir paz  ti, siendo un saludo para todo el que va a la casa. 
           Los extremos se tocan. Al lado de villa Ghimel, la casa de un católico á macha martillo, tenemos villa Electra, la casa de un republicano furibundo, gran admirador de Galdós en honor al cual y en memoria de su célebre obra dramática ha puesto ese nombre á su hotel. La casa de ladrillo tosco, sin revocar ni pintar, es sencilla y pequeña y no tiene más que un solo piso, pero está hecha de modo que el día en que su dueño quiera gastarse el dinero pueda agregársele fácilmente otro piso. A pesar de sus ideas tan exaltadas y tan contrarias, esos dos vecinos, el dueño de villa Ghimel y el dueño de villa Electra viven en perfecta armonía y pasan muchos ratos el uno en casa del otro discutiendo pacíficamente sistemas y doctrinas. Lo cual extrañará a muchos; no á mí que sé lo poco que suponen las teorías y las ideas cuando se albergan en personas de corazón sano y de sentimientos honrados.
           Yo no sé, lector querido, si hacerme eco de lo que se dice respecto á esta otra casa, última de la hilera de la derecha á que ahora hemos llegado, porque no quisiera escandalizarte, si eres algo escrupuloso, ni quisiera levantar falsos testimonios si no es verdad lo que se asegura. Por otra parte, puesto que hago de cronista debo ser fiel y contar todo lo que sepa.
           En fin, y con toda clase de reservas y de salvedades te contaré que según se dice esta casa que no es fea, aunque sin nada notable en su fachada, toda ella de ladrillo fino, que lleva por titulo “La chulapa” con su jardín tan coquetón y tan bien cuidado en el que hay flores en todo tiempo, pertenece á un rico muchacho andaluz, muy dado al flamenquismo y célebre por sus ocurrencias y por su esplendidez. Se dice también que en esa casa se celebran generalmente de noche durante el verano, francachelas de 8, 10 ó 12 personas siempre números pares y que entonces puede oírse desde la calle mucho rasgueo de guitarra, mucho repiqueteo de castañuelas, mucho cante jondo cantado por voces femeninas, taponazos de Champagne. Y ruido y algazara en confusión como dijo el poeta. Como me lo contaron te lo cuento. Juzga lo que te pareciere.

Continuara....

(Relato extraido de la revista la Ciudad Lineal del 30 Julio de 1903)

ESPEJISMOS

$
0
0
Algunas imágenes del pasado contrastadas con otras actuales. Es muy dificil pensar que en esos lugares existió algo parecido.


COMO ERA LA CIUDAD LINEAL DE ARTURO SORIA. (Conferencia participativa))

$
0
0
Tengo que agradecer sinceramente la asistencia y el apoyo prestado por los participantes en la conferencia con  la que pude de una vez por todas quitarme ese miedo tan terrible a hablar en publico. 
Gracias en especial a Antonio Pelaez,  Ricardo Marquez (Historias Matritenses) y José Manuel Seseña por su apoyo y confianza prestada ese día.
Ahora que ya he roto el hielo no descarto en repetirlo. Gracias a  todos.






EL BOSQUE (Una vivienda para D. Ricardo García Guereta)

$
0
0
Hace algunas semanas recibí algunas entradas en el blog de una bisnieta de D. Ricardo García Guereta, arquitecto de profesión y vecino ilustre de la antigua Ciudad Lineal. El caso no entrañaba mayor misterio, hasta a mi habían llegado con anterioridad peticiones de alguna finca, pero nunca había ocurrido esto. Días después del primer comentario, aparece otra entrada pidiendo datos sobre la misma finca, pero se trataba de otra persona diferente a la anterior. La casualidad y la búsqueda del pasado las había unido en mi blog, y lo más curioso de ello es que ni siquiera se conocen!!! Por todo esto que menos que aunque sea recordar los datos que tenemos sobre esta maravillosa finca ya desaparecida de la Ciudad Lineal.

Los primeros datos aparecen en  octubre de 1902 cuando la C.M.U.  publica en la Revista La Ciudad Lineal los planos y alzados de una nueva construcción en la manzana 75, limitado al norte por la calle trasversal de Francisco Gutiérrez al este por la principal de Arturo Soria, al sur por la de Ángel Gordillo y al oeste por el Arroyo Abroñigal. El terreno, bastante escarpado se encontraba en la zona denominada Atalaya, y tenía una maravillosa perspectiva de la capital y del pueblo de Chamartín de la Rosa.






La vivienda que construyó la C.M.U. en un principio estaba enclavada en un solar de seis lotes y las primeras imágenes que aparecen de ella nos muestran unos terrenos completamente despoblados y que servían de secadero de algún tejar ambulante, que iban aprovechando las tierras de los desmontes para la construcción de las nuevas fincas. El precio de la vivienda fue de 20.000 pesetas.

El bosque visto desde el solar donde se enclavaría Villa Fleta. Obsérvese al fondo la línea de árboles que configuraba la calle principal allá por 1902.

Su primer propietario y para quien fue construida la edificación era don Francisco Gutiérrez, la casa de planta cuadrangular estaba construida con muros de mampostería de piedra de Colmenar Viejo, rematada en esquinas, jambas y dinteles con ladrillo tosco visto con formas de estilo neomudejar. El tejado se realizó a cuatro aguas y se cubrió de teja árabe, creando en su centro un amplio tragaluz en forma de torreón que inundaba de claridad un patio interior órgano vertebrador de toda la vivienda, siguiendo las normas de las viviendas de la antigua Roma. En la parte delantera una amplia terraza con balaustrada de piedra artificial y en la parte posterior un invernadero de madera y cristal desde el que se tenía una inigualable vista de Chamartín de la Rosa. En unos pocos años el erial se convirtió en vergel y la finca fue adquiriendo progresivamente más y  más lotes hasta formar un total de 31 lotes.

Inédita imagen de la finca del señor Francisco Gutierrez cedida por Historias Matritenses.

El bosque a mediados de los años 10 en todo su explendor.

A principios de los años 20 comienza a aparecer en la revista la Ciudad Lineal datos acerca de un nuevo habitante de la parcela, se trataba de don Ricardo García Guereta, un afamado arquitecto licenciado en julio de 1892 y que tras realizar multitud de proyectos de gran relevancia decide trasladarse hasta Ciudad Lineal.
En la finca comienzan a aparecer nuevas construcciones y se reforman las ya existentes, borrando por completo la antigua fisonomía de la casa. Realmente habían pasado más de 20 años desde su construcción y la vivienda de un arquitecto de renombre tenía que estar a su altura. El neomudejar que decoraba la antigua edificación quedo relegado a un segundo plano, sus paredes fueron enfoscadas, se añadieron nuevas dependencias quedando como único vestigio del pasado su torreoncillo que surgía del centro de su tejado.

Excepcional imagen tomada desde uno de los balcones de Villa Fleta desde la que se aprecia con claridad El Bosque ya reformado.
La entrada al reformado hotel conocido como El Bosque allá por los años 20.
Una imagen aérea tomada hacia 1925 de las manzanas 76-75, obsevese la gigantesca parcela que ocupaba la finca.

En esta otra imagen aérea de los años 60 vemos como la finca estaba inundada por varias edificaciones, conservando en su mismo emplazamiento la primitiva vivienda.

Con el trascurso de los años la antigua parcela se fue subdividiendo en otras más pequeñas  siguiendo los preceptos de la C.M.U. Gracias a Historias Matritenses conocemos que en 1952 y 53 aparece en las páginas de ocio del periodico ABC como una nueva sala de fiestas, situada en la finca el Bosque. Por ella pasaron artistas de renombre como se ve en los recortes y devía contar con una pista cubierta y otra exterior al aire libre. Con posterioridad se utillizó como restaurante para celebraciones contando con amplias zonas ajardinadas y que funcionó al menos hasta 1957, tal y como nos apunta Ricardo Marquez.




En 1969 la parcela más grande y donde se encontraba la originaria edificación fue vendida y en su solar se construyó una magnífica urbanización de viviendas de lujo que conservó alguno de los antiguos cedros del Líbano que poblaban la finca. El resto de edificaciones de la parte posterior no fueron adquiridas ya que habían sido expropiadas para construcción de la Avenida de la Paz o M-30.

El que fuera el antiguo nº 130 de Arturo Soria hoy se convertía en 243.
Una imagen de la Ciudad Lineal en los años 70 antes de construirse la M-30 y urbanizarse la calle Principal.
En la actualidad tan solo hay construido parte de lo que fue el inmenso Bosque de la Ciudad Lineal.

Muchísimas gracias a Anatxu y Naty por sus comentarios de los cuales ha surgido este nuevo post, esperando que en un futuro se conozcan y nos ayuden a reconstruir un poquito más la que fue una de las mejores fincas de la Ciudad Lineal, el Bosque de Ricardo García Guereta.

CINES DE MADRID

$
0
0
A partir de la próxima semana estará a la venta mi nueva obra "CINES DE MADRID", un extracto de mi blog "¿DONDE ESTAN LOS CINES DE MADRID?" con el que podrán disfrutar de un extenso recorrido por todas las salas de proyección de la Gran Vía y algunas más de la periferia.


Cines de Madrid es una obra cargada de detalles de aquellos antiguos locales cinematográficos que poblaron la capital, desde las pequeñas e inestables barracas de feria hasta los grandes coliseos del cine. La obra, que está dividida en dos partes se compone, por un lado, de un recorrido por todos los locales que nacieron en la Gran Vía: el Fontalba, el Palacio de la Música, el Callao, el Avenida..., y así hasta un total de quince, dando detalles concisos de cada uno de ellos. La segunda parte está compuesta por otros veinte locales más de diferentes partes de la capital, desde los aledaños a la Puerta del Sol, hasta los, por aquel entonces, lejanos pueblos de Villaverde o Barajas.

Se puede adquirir en la librería de la propia editorial C/Mayor 80 y en El Corte Ingles, Fnac, La Casa del Libro, y librerías habituales.

YO VIVÍ EN LA CIUDAD LINEAL 1ª parte. (Rosa María González del Valle)

$
0
0
Mi nombre es Rosa María González del Valle, y aunque nací en Madrid en el año 1924 muy pronto nos trasladamos a vivir a la Ciudad Lineal. Fuimos allí recomendados, porque mi hermano Adolfo padecía una enfermedad del aparato respiratorio y un compañero de mi padre Ricardo García Guereta también vecino afincado en “El Bosque” le había contado que la Ciudad Lineal era el mejor sitio para curarse de las enfermedades respiratorias, y así fue, años después mi hermano se curó.
Mi padre don Benito González del Valle era un reputado arquitecto que realizó importantes trabajos en Madrid del que destacaremos “La casa de los Lagartos” construida en la calle de Mejía Lequerica número1 en la que expresó todo su conocimiento, quedando inmortalizada para la posteridad.


Don Benito González del Valle.

Cuando llegamos a finales de 1929 a aquella ciudad sanatorio nos establecimos en una maravillosa finca que anteriormente había sido propiedad de uno de los accionistas de la C.M.U., el Sr. Ramón Fort y que llevaba por nombre “Villa Josefa”. El hotel estaba situado al final de la calle de Hernández de Tejada concretamente en nº 7, cercana al Parque de Diversiones y ocupaba una amplia parcela, dejando en su centro una magnífica construcción de una sola planta que mi padre mandó reconstruir para adecuarla a nuestras necesidades. Recuerdo principalmente que la entrada de la finca se hacia bajando unos peldaños, pues esta quedaba bajo la rasante de la calle y tras una enorme puerta de dos hojas se hallaba una preciosa escalinata con barandilla de hierro.

El jardín era un vergel donde florecían por doquier todo tipo de flores y plantas, toda la verja que apoyaba sobre el alto muro de la calle estaba repleta de enredaderas, madreselva y rosas principalmente que inundaban con su olor todos los rincones de la finca. En uno de los rincones de la parcela se encontraba la casa de los guardeses, una coqueta y singular vivienda de ladrillo y tejado ricamente adornado que recordaba a la casita de chocolate de “Hamsell y Gretell”. Tenía un amplio porche con barandilla de hierro y contaba con dos dormitorios, salón, cocina y retrete. La casa principal era una gran mole de ladrillo de muchísima altura que a pesar de contar con una sola planta las ventanas quedaban a unos dos metros del suelo. Recuerdo sus suelos de madera, el despacho de mi padre, el salón y los dormitorios, todos de muchísima altura decorados con muy buen gusto.

La cocina que estaba en la parte posterior izquierda era muy amplia, sus suelos de imitación de mosaicos, y en el centro una gran cocina de carbón en isla, como las de ahora. En uno de los rincones de la estancia, había una escalera de caracol, que ascendía hasta el torreón donde estaban las habitaciones del servicio.

Recuerdo que la planta alta de la vivienda era un gran guardillón con 13 ventanas al jardín. (En algún momento de la historia de este inmueble, se construyo este tejado aguardillado sobre la amplia azotea, muy posiblemente cuando paso ser morador don Benito González, el cual realizó una gran reforma en la vivienda. Según algunas fotos aéreas de la zona finalizada la contienda este tejado es desmontado y pasó nuevamente a ser una azotea.)


Mi hermana mayor Charo y su novio José María Coig . Se retrataron junto a la tapia a la calle de Hernández Tejada. Al fondo se ve parte de la casa de los Guardeses.






En la parte trasera de la casa se encontraba un depósito para riego, que en alguna ocasión sirvió de piscina. En la imagen vemos a mi hermana Lilita (Matilde) a la derecha, junto a su amiga Conchita Solano,




 
Mi hermana Charo subida a uno de los arboles del jardín de Villa Josefa.




 
Mis hermanos y yo (la del brazo en jarra) en el jardín de Villa Josefa.




 
Mi hermana mayor Charo posando junto a la puerta de entrada a la finca, al fondo se ve parte del tejado de la casa de los guardeses.






En Villa Josefa ni cuñado José Macías, mi hermana Lilita, mi hermana Mari y su marido Antonio Pizarro. En primer término mi hermana Irene.




 
Un aspecto de la casa de servicio en su primera época allá por 1925.






Mi hermana Charo en Villa Josefa y nuestro perro Cri.






En el Parque de Diversiones Antonio Pizarro (fusilado en septiembre de 1936) marido de mi hermana Mari, mi hermana Irene, mi cuñado José Macías y mi hermana Lilita.







 
Dos imágenes del famoso túnel de la risa del Parque de Diversiones de La Ciudad Lineal donde se retrataron  Mari, Irene y Lilita.

Quizás el capítulo más triste de esta historia fue el fallecimiento de mi hermana Lilita con 17 años de una forma repentina e inesperada. Los médicos afirmaron que murió de insolación, a ella le encantaba tomar el sol, mi madre quedo profundamente afectada, fue un gran varapalo para toda la familia. A causa de esto mi madre Rosario Tordesillas se sumió en una profunda depresión, mi padre en un intento de animarla mandó construir en la parte posterior de Villa Josefa una pequeña granja, donde se establecieron algunas gallinas, conejos, patos, etc…


Junto a estas líneas mi querida hermana Lilita poco antes de su muerte en la terraza del Restaurante del Casino de la Ciudad Lineal.


Un aspecto del mismo ángulo del Restaurante.


Excepcional imagen tomada una noche veraniega de los primeros años 30 en la que los vecinos se reunían en una parcela cercana a nuestra casa donde se estableció la Asociación de Vecinos. Contaba con una pista de baile amplios jardines. En primera fila empezando por la izquierda mi cuñada Blanqui, justo detrás Carmen Riezu a su izquierda Carmen la de telégrafos, y junto a esta mi hermana Fifina.

La historia siguió su curso, y todo marchaba con regularidad, hasta que comenzó la Guerra Civil. Yo por aquel entonces tenía doce años pero tengo recuerdos muy claros de aquella época. A mi cuñado José María Coig el novio de mi hermana mayor Charo le secuetraron unos soldados republicanos y lo mataron días despues en Paracuellos del Jarama. Ella a pesar de no estar casada co en él, le guardo luto y se sintió durante el resto de su vida como viuda de este. Nunca olvidaré aquella tarde en Villa Josefa cuando en mitad de la comida irrumpieron unos milicianos republicanos y apresaron a mi cuñado Antonio Pizarro que vivía en casa con nosotros y se lo llevaron, tambien murió fusilado en el cercano Camino de la Cuerda. A mi padre le apresaron por dos ocasiones, la situación era insostenible, y en ambas ocasiones sus propios empleados, obreros de la construccion en su mayoría consiguieron convencer a sus secuestradores para que lo dejasen en libertad. Ante tal situación ellos mismos buscaron una nueva morada para la familia trasladándonos en noviembre de 1936 a una finca en la zona mas alta de la Ciudad Lineal de hay el nombre que tenía esta. “La Atalaya”.

La finca “La Atalaya” vista desde la calle de Arturo Soria a medidos de los años veinte.

La propiedad que había sido mandada construir para el Sr. Conde de la Puebla del Maestre se encontraba en esos momentos deshabitada y era sin duda alguna una de las mejores mansiones de la barriada. Contaba con tres plantas y un impresionante jardín con paseos que lo recorrían un cenador de madera y casa para servicio, cocheras y lavadero. Tenía dos entradas, una desde la calle Arturo Soria y otra desde Emilio Rubín, donde se encontraba la entrada de carruajes. La casa de inspiración medieval era una joya, se entrada estaba precedida de una terraza con balaustrada de piedra, la puerta principal de hierro daba acceso a un pequeño hall donde había unas puertas de madera que daban paso al gran vestíbulo desde donde se accedía a todas las dependencias y desde donde arrancaba la escalera de acceso a la planta principal.


Otra imagen de la finca “La Atalaya” tras su alta puerta de entrada nacían dos tiros de escalera que ascendían hasta el jardín que quedaba más alto que la rasante de la calle.




 
Yo y mi tío Carlos en la puerta de La Atalaya poco después de trasladarnos hasta allí.






Excepcional imagen de la Atalaya tomada desde la puerta posterior sin duda alguna una verdadera joya.

Recuerdo que una tarde en plena Guerra nos escapamos algunos de mis hermanos y yo junto con chicos de la pandilla y fuimos a Madrid al cine, posiblemente a la zona de Diego de León. A la vuelta vimos sobrevolar el cielo aquellos aviones que dejaban caer obuses sobre la ciudad, muy posiblemente buscando el punto estratégico donde se hallaba refugiada Dolores Ibárruri, la Pasionaria que se encontraba a escasos metros de nuestra casa en una finca conocida como Villa Eloísa en la Carretera de Hortaleza. Al llegar a casa una de mis hermanas que no vino con nosotros se chivó y mi padre, mi castigaron, el me dejo de hablar por unos dias y no me besaba. Eso si que era triste, irme a la cama sin el beso de mi padre.
Eran frecuentes los bombardeos y sonidos de disparos, recuerdo a un soldado que hacía guardia junto a la puerta de mi casa y que murió ametrallado. Su cuerpo estuvo varios días tendido en el suelo.


Mi padre y mi hermana Charo posan en el jardín de La Atalaya.

Otra tarde concretamente el 19 de Marzo de 1939 yo estaba cosiendo en el jardín de casa junto con mi madre y mis hermanas, volvimos a oír el ruido de los motores de los aviones. Quizás el punto que buscaban era la finca “La Casita Blanca” que se encontraba a algunas manzanas de casa entre las calles de Vicente Aleixandre y Julia Baliencha que había sido tomada por el partido Socialista estableciendo en este lugar otro cuartel. Las bombas no acertaron en su objetivo pero cayeron en casa de mi amigo Ricardo. Él estaba dentro de casa y sus padres en el jardín, al oír a la aviación, su padre corrió a avisarle y en ese momento el obús impacto de lleno en la casa. Su padre murió sepultado bajo un muro, y mi amigo quedo a salvo bajo el quicio de una puerta. Este joven sería con el paso de los años mi marido.
Después de caer bombas y días antes del final de la guerra las tropas nacionales nos bombardearon con panes que venían envueltos en pequeñas bolsas de papel con la bandera Española, el final estaba cerca.
Cuando todo volvió a la normalidad y pasados algunos años formalice mi relación con Ricardo Campos.


Yo en la escalinata de entrada a La Atalaya en los años cuarenta.



Dos imágenes de mi marido Ricardo y yo tomadas en los estudios Cea durante el rodaje de “La Nao Capitana” a mediados de los años cuarenta.

En los años cuarenta mis padres se trasladaron a otra finca, esta vez en la Carretera de Hortaleza, muy cerca del que sería el edificio del cine Ciudad Lineal.
Era una finca más sencilla, se la conocía con el nombre de “Villa Trinidad” así llamada por ser su propietaria Doña Trinidad Corceina. La construcción era más sencilla aunque también grande, en el jardín poseía un gran cenador y estaba adornado con centenares de arboles y plantas. En este lugar se celebro el convite de nuestra boda en la primavera de 1947. Después partimos a Tarragona donde Ricardo estaba destinado por ser militar. Volvimos en algunas ocasiones sobre todo cuando nacieron mis hijos mayores.


Villa Trinidad en los años 20.

Mis padres se trasladaron a un piso en Madrid y tan solo mi suegra y algunos amigos vivían ya en la Ciudad Lineal aquella ciudad que empezó a cambiar a una velocidad de vértigo.


Mis hijos Ricardo y Elena al final de la calle de Aspizua, al fondo se ven los estudios de laCea.



Dos imágenes tomadas en casa de mi suegra Pilar, una de ella con sus hijos y otra con sus nietos.

Cierto es que volvimos muchas veces, de hecho cuando regresamos a Madrid no nos fuimos muy lejos de allí, pero nada era igual, en alguna ocasión pasamos por la puerta de aquella casa Villa Josefa de la calle Hernández Tejada, hoy reconvertida en una iglesia Batista, recordando todo lo que allí vivimos. La Atalaya corrió peor suerte y tras pasar a manos de unas monjas que lo trasformaron en colegio fue derribado sin dejar rastro de él.
Y Villa Trinidad sucumbió bajo la piqueta también en los años 60, llevándose todos los recuerdos de nuestro pasado, aunque siempre quedara en nuestra memoria y en nuestro corazón aquella ciudad del porvenir, tan higiénica y saludable, la ciudad que nos vio crecer y que jamás olvidaré, la Ciudad Lineal.


El autor de este blog junto a Rosa María González del Valle a principios del año 2012.

Esta entrada esta dedicada con especial cariño a doña Rosa Maria y a su hija Paloma, a las que agradezco sinceramente su amabilidad y su tiempo. Gracias por compartir su historia con los demás.

JOSÉ MARÍA JARABO. El asesino de la Ciudad Lineal.

$
0
0


Hace ya unos meses, nuestra querida amiga Rosa María González del Valle me comentó que porque no escribía acerca del asesino de la Ciudad Lineal. Ella lo definió así, e incluso Ernesto Fernández desde Alemania que vivió gran parte de su juventud en la barriada también nos comentó algo acerca del tema, aunque creo que no se referían al mismo personaje.  Ella no me dio más pistas que el hecho ocurrió a finales de los años 50 y que el asesino se le conocía en la barriada como Jarabo, con esto me bastó. Yo ya había oído hablar del tal Jarabo, e incluso recordaba haber visto alguna película al respecto, revolví y encontré pero la única pega es que el tal Jarabo no cometió el crimen en la Ciudad Lineal,  tan solo era vecino de esta. Pero aunque no nos atañe directamente  conozcamos en profundidad todos los datos que nos ha dejado la historia.
José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo y Pérez Moris nació el abril de 1923 en la calle de Sagasta y allí pasó parte de su infancia hasta que su padre de profesión abogado José María Jarabo Guinea y su madre María Teresa Pérez Moris, se trasladaron a principios del año 1928 a la Ciudad Lineal. Estos adquirieron a doña Josefa García una finca en la manzana 86 de tres lotes, entre las calles del Marques de Urquijo y la del de Torrelaguna, junto al colegio de María Teresa, concretamente en el número 305 de la Calle de Arturo Soria. (Correspondiente a la antigua numeración).Al parecer la finca que se cocía con el nombre de “La Rosaleda” había sido segregada de la “Tierra Grande de Canillas”. En ella ya había construido la C.M.U un precioso hotel tipo, de dos plantas, que se encontraba en el centro de la finca y que dejaba grandes espacios a su alrededor donde disfrutarían los niños.
 

Vista aérea de la zona en donde se ubicaba  La Rosaleda del sr. Jarabo.


 
Vivienda con idéntica fisonomía a la de la familia Jarabo.

Era una familia numerosa y sus hijos convivían felizmente con el resto de la chavalería, “Mi hermana iba con la suya al colegio de María Teresa” nos comentó doña Rosa María.  El hijo José María, desde muy joven  sorprendió  a la familia por su inteligencia superior a la normal para un niño de su edad, aunque poco después se le diagnosticaran una esquizofrenia del tipo paranoide. Cuando este tan solo tenía trece años comenzó la Guerra Civil, y la zona de Arturo Soria se convirtió en un gueto para las familias pudientes, los refugiados, y los clandestinos grupos políticos. La Rosaleda del señor Jarabo fue incautada por una célula anarquista que estableció allí una “checa”, los niños que vivían recluidos en aquel hotelito de los horrores, veían a través de sus ventanas cometer los más sangrientos y horribles crímenes en el propio jardín de sus casa. Algo que jamás deberían haber visto los ojos de nadie los vio aquel pequeño niño. La familia se salvó de acabar asesinada por sus ideas derechistas, gracias al hijo de la criada que tenía buena amistad con un miliciano de la CNT, Ramón Rojas Santa Ana.


  El niño José María Jarabo en su juventud.

Al finalizar la guerra se trasladaron a Puerto Rico, donde intentaron rehacer su vida, pero el joven José María no consiguió seguir un camino recto y enseguida se vio envuelto en problemas con la prostitución, el juego y el alcohol. Quien lo conoció contaba que era muy mujeriego, y por su porte, gallardía y la cartera bien repleta se hacía querer.  Después de pasar algunos años en la cárcel en América, volvió a España para intentar encauzar su vida, pero no fue así,  se fundió todo el dinero que su madre le había dado, unos 15.000.000 de pesetas de la época, e incluso llegó hipotecar la vivienda de Arturo Soria para pagarse sus caros vicios. En el año 1958 su familia le amenaza con regresar a España para ver que ocurría realmente con sus bienes materiales, la mayoría en casas de empeño, lo que le suscita tener que recuperar gran parte de ellos con rapidez. 



José María Jarabo acompañado de dos señoritas en una de sus últimas salidas.

Realmente el problema vino no por parte de un objeto empeñado perteneciente a su familia, si no de una mujer inglesa, Beryl  Martin  Jones con la que mantenía relaciones y que estaba casada. Esta vino a España a pasar unas vacaciones y reflexionar sobre su matrimonio que no se encontraba en el mejor momento, cuando conoció a Jarabo. Esta volvió a Gran Bretaña y desde allí presionó a José María para que recuperara la joya que había empeñado por 4.000 pesetas y que el marido de esta reclamaba. Cuando Jarabo acudió a la tienda Jusfer de la calle Alcalde Sainz de Baranda donde había empeñado la joya, los propietarios de esta le pidieron una cifra desorbitada por recuperarla.


La tienda de empeño Jusfer en la madrileña calle de Sainz de Baranda.

Jarabo, no cedió y dijo que volvería, quedó con ellos días más tarde pero acudió a la cita, en su lugar se personó en la vivienda de uno de los propietarios en la calle Lope de Rueda 57 donde estaba tan solo la chica de servicio. Le esperó un rato en el salón, y al ver que no llegaba José María comenzó su macabro plan. Se dirigió a la cocina donde la sirvienta Paulina Ramos de 26 años pelaba unas judías,  golpeándola con  una plancha en la cabeza, aturdida la remató partiéndole el corazón con el propio cuchillo que esta usaba para la faena. Muerta la llevó hasta su cuarto y la tiró en la cama despojándola de sus vestiduras. Espero a que llegara Emilio Fernández, ambos discutieron y este  terminó ordenándole que se marchase de su casa. Cuando pensó que había salido volvió a entrar haciéndose pasar por su mujer, y fue hasta el cuarto de baño donde estaba Emilio disparándole un tiro a bocajarro en la cabeza sin mediar palabras.
Esperó  tranquilo a que llegase  la mujer de Emilio,  Amparo Alonso que asustada al no ver a la chica ni a su marido preguntó  que había ocurrido, este la calmó diciendo que había un problema en la tienda y que había tenido que salir un momento, pero ella no terminó de creérselo. Finalmente y tras un rato de conversación esta se dirigió a su dormitorio y vio a su marido tendido en el suelo del baño, ella, temiéndose lo peor caminó aterrorizada hasta su dormitorio donde se tendió a los pies de en la cama presa de la situación, es entonces cuando Jarabo la propinó un tiro en la nuca cayendo esta al suelo redonda. Para colmo ella estaba embarazada. Nadie escuchó los tiros porque había fiestas y fuegos artificiales cerca de la vivienda, incluso el portero pasó a recoger la basura y no sospechó nada. Jarabo pasó la noche en la casa junto a los cadáveres y  a la mañana siguiente los recolocó para que pareciera un crimen pasional. Cuando el conserje abrió el portal, este salió a la calle maqueado y con ropa limpia perteneciente a su victima, aunque recogió su caro traje con la que realizó el crimen, y se dirigió al cine Carretas donde tranquilamente disfrutó de una sesión continua. Después y sin ninguna prisa regresó a su pensión a la espera del día siguiente, lunes, para rematar la faena. A primera hora de la mañana y en posesión de las llaves de la tienda Jusfer, entró en el local y esperó a que llegase el otro socio, Félix López, al que mató de dos tiros en la nuca sin palabra alguna. Rebuscó y no encontró la joya. Desde la propia tienda llamó a la mujer de este para decirla que algo raro acurría, a las pocas horas se descubrió el pastel.
José María Jarabo continuó con su vida normal hasta que fue sorprendido por la policía cuando al día siguiente  fue a recoger el traje a la tintorería con el que había realizado el triple asesinato. La policía realizó una exhaustiva búsqueda hasta que dio con el asesino.


            Las cuatro victimas de Jarabo.

Suscitó muchísima polémica su detención, arresto y condena. Pedía la comida al restaurante Lhardy y bebía los más finos coñacs aun estando arrestado. Tras cuatro días que duró el juicio y durante los cuales Jarabo estreno traje nuevo,  fue condenado a cuatro penas de muerte, este intentó respaldarse en su tío Presidente del Tribunal Supremo pero de nada le valió, Franco dio el visto bueno a la ejecución, fijada para el 4 de julio de 1959. La noche antes de la ejecución la pasó fumando y bebiendo whisky y se presentó ante el verdugo vestido de gala, aunque se vino abajo ante la visión del garrote. Fue el último ejecutado en cumplimiento de sentencias dictadas por la jurisdicción ordinaria.


En el cementerio se produjeron varios incidentes al correr el rumor de que no había sido ejecutado gracias a sus influencias. El comisario, al oír que quien iba en el féretro era un gitano que también estaba condenado a muerte, puso la pistola en la sien al conductor y le obligó a abrir el féretro para desmentir los rumores.
Así terminó la historia de uno de los vecinos de la Ciudad Lineal, al que quizás alguno recuerden no solo por su terrible hazaña, sino por haber jugado con él cuando solo era un niño.
La vivienda familiar pasó a manos de otro propietario  y finalmente fue derribada en a finales de los 80, en su lugar se levantó un edificio de viviendas que ocupa el actual nº 144 de Arturo Soria.


Aspecto actual de la parcela que ocupo "La Rosaleda" del sr. José María Jarabo Guinea.


Fuentes:
-Hemeroteca ABC
-Wikipedia
-www.criminaldescubierto.blogspot.com
-www.escalofrio.com
-www.escritoconsangre1.blogspot.com

UN PASEO POR LA CIUDAD LINEAL EN LA FERIA DEL LIBRO


LA OTRA CARA DE LA CIUDAD LINEAL

$
0
0

La Ciudad Lineal el mejor sitio para veranear, no era solo eso, alli se vivia y se convivia lo cual ocasionaba en más de una ocasión riñas y broncas entre parientes o vecinos. Aunque siempre veamos el lado amable de nuestra querida Ciudad Lineal, en ella sucedieron más de un crimen, suicidio y accidente. Relataremos uno de cada especie pero hubo más, muchos más que no aparecieron en las publicaciones y seguramente muchos que jamas se supieron ni se sabran.

EL SUICIDIO DE FELIPE TRIGO.

Felipe Trigo nació en Villanueva de la Serena, en el seno de una familia de clase media con dificultades económicas por la temprana muerte del padre, Felipe Trigo cursó el bachillerato en Badajoz y la carrera de medicina en el Hospital de San Carlos de Madrid. Su experiencia como estudiante forastero en la capital la plasmaría en la novela En la Carrera. Tras licenciarse, casado ya con su compañera de facultad, Consuelo Seco de Herrera, ejerció como médico titular en los pueblos pacenses de Trujillanos y Valverde de Mérida, circunstancia biográfica que también novelizaría en El Médico Rural.
Hastiado de la vida rural, entró por oposición en el Cuerpo de Sanidad Militar. Su primer destino fue Sevilla, donde comenzó su actividad periodística que ya había intentado en Madrid. De Sevilla pasó a Trubia, como médico de la fábrica de armas. Años después marchó voluntario a unas Filipinas en plena rebelión. Destinado como médico en Fuerte Victoria, en realidad un destacamento de prisioneros tagalos, estuvo a punto de perder la vida durante una escaramuza. Los sublevados le asestaron no menos de siete machetazos, dejándolo por muerto. Trigo, sin embargo, consiguió huir a campo través, en espantosas condiciones. Con una mano inutilizada, fue repatriado como mutilado de guerra, con el grado de teniente coronel. La prensa le recibió como "el héroe de Fuerte Victoria" y llegó a ser propuesto para la Cruz Laureada de San Fernando. Rechazando la posibilidad de capitalizar políticamente su celebridad, en 1900 se retiró del Ejército y fijó su residencia en Mérida para dedicarse en exclusiva a la literatura. El éxito arrollador de su primera novela, Las ingenuas, en la que relata su dramática peripecia filipina, le convirtió en un auténtico best seller, tanto en España como en América; le permitió llevar una vida de lujo, a caballo entre su Extremadura natal y su chalé de la Ciudad Lineal madrileña, y le dio acceso a los círculos sociales más selectos, ganándose fama de gran señor, dandi y donjuán. En menos de quince años, publicó diecisiete novelas, varias novelas cortas (en las célebres y popularísimas colecciones El Cuento Semanal, primero, y La Novela Corta, ya al final de su vida) y varios relatos, todos ellos con gran acogida del público. (Fuente: Wikipedia)




Efectivamente, el chalé de sus sueños, Villa Luisiana, se construyó en un terreno de seis lotes en forma de L con fachadas a la calle de Arturo Soria 485 (antiguo) c/v a la de Sanchez Diaz. A principios de los años diez, el ya famoso novelista Felipe Trigo compró a la C.M.U. unos terrenos pertenecientes a la manzana 98, tres lotes correspondientes a los números 9 A, B y C que habían sido segregados a una finca de seis lotes propiedad de don Fernando de Aranda, con posterioridad se le añadirian otros tres lotes números 6, 7 y 8 letra D pertenecientes a Francisco Fuentes, conformando la totalidad de la finca Villa Luisina.
 


  Marcado en color rojo los tres primeros lotes que fueronadquiridos, en color azul los restantes.

Don Felipe mandó construir una casa en medio de aquel solar, en la parte central en lo que en su día fue la medianería entre las dos fincas, evitando de esta forma eliminar el mayor número de arboles ya existentes y creando a su vez un magnífico jardín con un paseo de álamos y acacias dejando los lotes de la parte posterior para tierras de cultivo y esparcimiento. La casa que mandó ejecutar el escritor era muy lujosa, tenía dos plantas y su entrada estaba precedida por una escalinata con una gran terraza a la que daba sombra, un tejado de cristal y hierro prensado y desde donde se accedía al interior de la vivienda. Contaba con 17 estancias, cuarto de baños, garaje, lavaderos y demás edificios anexos de servicio, una maravillosa vivienda muy cercana a la C.M.U y la iglesia.



      
Dos imágenes aéreas de la zona, una de ellas del conjunto y otra del inmueble.

Realmente a Felipe Trigo le encantaba esta casa que había construido a su gusto y a pesar de contar con otra vivienda de lujo en la calle de Ferraz, pasaba gran parte de su tiempo en Villa Luisiana donde escribió varias de sus últimas novelas.
Sus más allegados lo sabían, Felipe no estaba bien, hacía ya unos años que se le había diagnosticado neurastenia, un agotamiento psicológico al que puso fin el mismo. El sábado 2 de septiembre de 1916 su hija Julia le invitó a pasear, a que la acompañara a Madrid, para presenciar camuflados entre el público la salida de “La Novela Corta” que se publicaba ese mismo día un extracto de su obra “La altísima”.


 Felipe Trigo  y su familia en la parte posterior de Villa Luisana. En la imagen a sus hijas Luisa, Julia y Consuelo, su mujer y su hijo Felix.


Felipe Trigo, su hija Consuelito y el guardián de la casa.

Aunque había dado su palabra no quiso ir, era un sábado como otro cualquiera en la Ciudad lineal, cada uno ocupaba sus quehaceres, a don Felipe le encantaba salir con sus perros y pasear por el jardín, su hija Luisa tocaba el piano, su hijo Félix andaba por el jardín y su esposa ocupada en los menesteres del hogar. A las 10:30 como si se quisiera despedir don Felipe entró en la casa, traspasó el amplio vestíbulo y fue una por una entrando en todas las estancias, cuando llegó al cuarto de su hijo Felipe se apoderó de un revolver que este guardaba en la mesita de noche y bajo al comedor cruzándolo para llegar hasta su despacho. Sobre la misma mesa en la que habían nacido maravillosas obras escribió: 

“Perdonarme todos, yo estoy seguro de que nada os serviría más para prolongar algunos meses vuestra angustia viéndome morir. Pensar que en esta catástrofe fue motivo el ansia loca de crearos alguna posición más firme. ¡Perdonarme, perdonarme, Consuelo mártir mía, hijos de mi alma! Si mi vida fue una equivocación fue generosa. Con la única preocupación vuestra por encima de todos mis errores. Que sirva esta de mi voluntad de testador para declararos herederos míos de todos mis derechos.”
Perdón. Felipe Trigo


Terminada la carta, se puso de pie junto al escritorio, colocó el arma junto a su cabeza y se pegó un tiro en la sien derecha que salió por la región occipital.  Al oír el disparo todos corrieron al despacho, hubo que derribar la puerta que había sido atrancada por dentro, don Felipe estaba tirado en el suelo junto a un gran charco de sangre, pero no estaba muerto.


 La ventana del despacho donde se suicidó Felipe Trigo.
  
Su hija Luisa, doctora atendió al herido intentando controlar la terrible hemorragia, le tumbaron en un diván que había en la sala y poco despues se personaron el personal de casa de socorro, el Dr. Treceño y el médico de pueblo de Canillejas el sr. Placer los cuales manifestaron que la herida era gravísima. Poco después se personó en el hotel el juzgado militar que no pudo más que certificar su muerte dos horas después del suceso. El escritor fue enterrado en el cementerio de Canillejas, y su familia siguió viviendo muchos años más en Villa Luisiana. Concretamente dieciséis años después se realiza una entrevista a sus familiares quien añoran y veneran la figura del genial escritor, incluso conservan el despacho intacto, con sus obras, y sus papeles tal y como él los dejó.


La familia de Felipe Trigo años después de su muerte en la escalinata de entrada a Villa Luisiana.
      
  
Un aspecto de Villa Luisiana y su hija y nieto en el cementerio de Canillejas.

Años después, muy posiblemente tras la muerte de su viuda, la finca se vendió a la congregación de las Hermanas Trinitarias que establecieron en la casa la residencia Santísima Trinidad,  que poco a poco fue creciendo, ampliando sus estancias con la vivienda vecina, la Venta de Berri. 


La antigua Venta de Berri en su aspecto original en los años 20.
   
En Villa Luisiana ya convertida en residencia se celebraron desde 1960 algunas misas por el alma del ilustre escritor que perdió su vida allí mismo. Años más tarde las dos viviendas fueron derribadas, uniendo las parcelas y construyendo un nuevo complejo denominado residencia universitaria Santísima Trinidad.
En la actualidad mantiene el mismo uso y ocupa el número 28 de la calle de Arturo Soria, en su puerta nada nos recuerda que allí vivió y murió el magnífico escritor, don Felipe Trigo.


Me ha sido imposible encontrar la sepultura del escritor en el pequeño cementerio de Canillejas, y en las oficinas no encuentran dato ninguno acerca de él. Quizás se trasladaran sus restos a su pueblo natal Villanueva de la Serena.
Hoy nuevamente me he dado cuenta que los fantasmas de la Ciudad Lineal ya están aquí!!! Porque sin comerlo ni beberlo hoy da la casualidad de hace 96 años que nuestro protagonista se suicidó.

EL CINE CIUDAD LINEAL

$
0
0


Una imagen tomada desde el propio edificio del cine Ciudad Lineal donde se ve el cruce de  las calles Arturo Soria (tranvía) con la carretera de Hortaleza, actual López de Hoyos, (autobús).

En el año 1959 la Ciudad Lineal aún era un tremendo barrizal donde tan solo algunos tramos de su calzada habían sido asfaltados o adoquinados. El cruce de la antigua Carretera de Hortaleza con la Calle de Arturo Soria era uno de esos puntos donde el transito era mayor, sobre todo por las gentes de los barrios de Hortaleza y Canillas. Allí, donde el límite de los taxis cambiaban de zona y en un lugar de creciente remodelación, se construyó un nuevo cine que llevaría anexo una sala de fiestas, el Cine y Club Ciudad Lineal.

Nuevamente aparece en nuestro camino la familia Reyzábal, en este caso el cinematógrafo será propiedad de Milagros, una de las hijas de don Julián Reyzábal (abuelo), uno de los clanes con más locales de espectáculos en la capital y que vivirán de este negocio generación tras generación.
El proyecto fue llevado a cabo por el afamado arquitecto vasco José Luis Sanz de Magallón que tomará mucho más renombre al cabo de los años cuando se dedica no solo al mundo de la arquitectura, sino también al de la pintura, siendo premiado por ello en varias ocasiones, y que trabajó con la familia Reyzábal en varias ocasiones.

En unos terrenos hasta el momento despoblados pertenecientes a la manzana 79 de la obsoleta Ciudad Lineal y colindando con un antiguo hotelillo conocido como Villa Sol, se levantó este nuevo inmueble de cuatro alturas destinados a viviendas con fachadas a tres calles, López de Hoyos 305, Arturo Soria 195 y Vicente Muzas 12.

Una imagen de los años 60 donde se ve el emplazamiento del inmueble.

Detrás del bar Jacinto, al otro lado de López de Hoyos y a la izquierda del solar que se ve, se levantaba el Cine Ciudad Lineal, en la parada 10 del tranvía.

Había muchísimo desnivel entre la calle de Vicente Muzas y la de López de Hoyos, unos 3,50 metros aproximadamente, lo que facilitó la construcción de la sala de fiestas.

El edificio de viviendas era realmente casi todo fachada, ya que la gran parte del solar estaba invadido por el patio de butacas del cine. Bajo las viviendas y ocupando la curva que ofrecía la esquina evitando de esta forma ser tan precipitada, se dio entrada al local de espectáculos cinematográficos, dejando el acceso a la sala de fiestas en la calle de López de Hoyos, justamente debajo del patio de butacas.

Alzado continuado a las calles de López de Hoyos c/v a Arturo Soria.

El edificio se construyó con estructura de hormigón armado salvo la cubierta del patio de butacas para la cual se utilizó una estructura de cerchas de hierro y planchas de “Uralita”. En sus fachadas eran de ladrillo visto solo adornado por paños de “Gresite” gris bajo los huecos de ventanas. Sobre la entrada del cine se colocaron dos marquesinas de hormigón armado con cierto aire racionalista y que enmarcaban el espacio destinado a las carteleras.  Debido al desnivel existente en la calle, la entrada estaba precedida de varios escalones tras los cuales y atravesando las grandes puertas de cristal encontrábamos el vestíbulo. Este era muy alto, adornado con sencillez; toda la entrada era una gran escalinata en curva que desembarcaba en un espacio de encuentro con las escaleras que accedían directamente al entresuelo y que el arquitecto había colocado estratégicamente para realizar un desalojo muy rápido y ordenado.

Inédita imagen de la entrada al cine Ciudad Lineal en su primera época poco después de su inauguración.

En esta planta estaban los aseos de señoras, dejando los de caballeros en el sótano junto a la caldera de calefacción y el clima artificial de refrigeración. El resto de la planta baja estaba ocupada por un largo corredor que iba ascendiendo para conseguir alcanzar la entrada a las localidades más alejadas de la pantalla y que desembocaba en otra escalinata de acceso al entresuelo, y en una puerta de salida en caso de emergencia a la calle posterior. Se accedía al interior del patio de butacas por medio de tres grandes huecos de dos hojas, cada uno se habían situado lateralmente. En la parte posterior junto a la última fila, una cuarta puerta daba salida directa a la calle posterior de Vicente Muzas.

Anteproyecto de la planta baja del cine Ciudad Lineal, sobre él se realizaron  algunas pequeñas modificaciones.

El pasillo que estaba junto al vestíbulo de entrada y que iba dando entrada a las diferentes localidades. Al fondo la puerta de acceso a las escaleras del entresuelo.

El arquitecto puso especial cuidado en la distribución de las escaleras de acceso al piso alto, creando varios grupos de peldaños separados por vestíbulos, lo cual confería una subida menos pronunciada y más agradable para el público.

El patio de butacas, que tenía un pronunciado desnivel hacia la pantalla, estaba recorrido por un gran pasillo central y otros dos laterales. Las paredes tenían un alto friso de dos metros de madera, dejando el resto de los paramentos verticales entelados. Rompían la amplitud de estos altísimos paños los plafones de iluminación que reforzados por las lámparas ocultas tras las molduras de escayola en el techo del entresuelo y principal inundaban de luz la sala. Los suelos estaban cubiertos de “sintasol” grisáceo y sobre él 741 butacas que componían el aforo del patio, estas eran muy cómodas, construidas con tubo metálico y asiento abatible. Los techos tenían grandes molduras escalonadas que escondían la iluminación y las salidas de ventilación, confiriendo al local una decoración muy moderna.

Un aspecto del conjunto del patio y entresuelo del moderno cine Ciudad Lineal.

El patio de butacas se estrechaba hacia la pantalla, teniendo en su fondo 20,50 metros y en la parte opuesta, a la de la pantalla 16,20 centrando todas las miradas de los espectadores a ésta. La pantalla se elevaba aproximadamente un metro sobre el suelo y ocupaba de lado a lado del local marginándose lateralmente únicamente por los cortinajes y, superior e inferiormente, por tableros retroiluminados que embellecían e iluminaban el escenario.

La pantalla vista desde las últimas localidades del patio.

Anteproyecto de la planta primera del local, obsérvese su funcional esquema.

El acceso a la planta superior se realizaba como hemos indicado antes por dos tiros de escalera, uno situado a la entrada de la sala junto a la puerta principal y otro al fondo del gran pasillo distribuidor junto a la calle posterior. Ambos desembocaban en un amplio vestíbulo desde donde se accedía al entresuelo. En esta planta además había aseos para caballeros y señoras, y una amplia barra de bar que se había instalado en uno de los rincones del vestíbulo quedando enfrentada a uno de los dos huecos con escaleras que daban acceso a las restantes 453 localidades conformando un total de 1.194 butacas. La decoración era idéntica a la del patio, frisos de madera y paredes enteladas. Al fondo, y tras la última fila, había varias ventanas de ventilación directas a la calle de Vicente Muzas, mientras que la cabina volaba sobre éstas un piso más arriba.

Un aspecto del amplio entresuelo, sobre las últimas filas la cabina de proyección.

Sin duda alguna era un excelente local de proyecciones, muy confortable, seguro y moderno, contaba con todos los sistemas de extinción en caso de incendio, extintores y bocas de riego, iluminación en escaleras y unos accesos inmejorables.

Junto a los aseos masculinos de la primera planta había una puerta por la que se accedía a una escalera de servicio que subía dos plantas hasta llegar a la moderna cabina de proyección. En este piso se encontraba el cuarto del proyeccionista, un aseo, un pequeño despacho y la cabina de proyección donde se habían instalado dos modernos proyectores marca Wextrex de 35 mm.


Un aspecto del entresuelo completo. Obsérvense algunos detalles como la escalera que accedía a la cabina tras las últimas filas, o el gigantesco espacio triangular desocupado tras la pantalla.

Alzado posterior a la calle de Vicente Muzas, tres de las puertas eran de desalojo del cine, la cuarta era de la sala de fiestas.

El cine se inauguró en 1961 como sala de primer reestreno con llenos en todas las sesiones. La zona era ideal para la instalación de un cinematógrafo por dos fundamentales razones: la creciente población en la zona y falta de este tipo de equipamientos en las cercanías.

Funcionó continuadamente durante muchísimo tiempo. En él además se dieron mítines políticos en los años 70. Sufrió algunas pequeñas reformas pero conservó su aspecto inicial hasta el final de sus días. Cerró en el año 1994 con la película Aladín en cartel. Es en este momento fue cuando sufrió una importantísima reforma para trasformar el antiguo entresuelo en dos salas, dejando espacio en la planta calle para otro negocio. Su fachada fue desfigurada cediéndose casi en su totalidad al local comercial que ocuparía la planta baja, y construyendo una entrada para las salas de cine junto al espacio que anteriormente había ocupado la taquilla.


Dos aspectos de la fachada del inmueble en los primeros años 2000.

La reforma duró algunos meses y consistió en crear un acceso a partir de la antigua escalinata de entrada al piso superior. Desde el ya modernizado vestíbulo de entresuelo se accedía por medio de las antiguas entradas a las localidades dando acceso a dos salas independientes, una de ellas con una extraña fisonomía ya que tenía un pilar que hacia disminuir sustancialmente el número de localidades. Conformaban un total de 343 modernas butacas las dos salas. El cine se inauguró en 1994 y funcionó con una selecta programación de estreno. La vida de los cines Ciudad Lineal fue efímera, funcionaron escasamente 12 años; en marzo de 2006 fueron clausurados y desde entonces no se ha realizado ningún tipo de reforma en el local. Su fachada fue tapiada para evitar daños y tan solo queda como vestigio del pasado sus taquillas y sus carteleras que hoy solo exhiben polvo. Su futuro es incierto, ya que ocupan las plantas altas del cubículo que se construyó anexo al edificio principal, con lo cual es complicado darle otro uso. Tal vez haya una próxima resurrección.

Aspecto actual de la triste fachada de los clausurados cines Ciudad Lineal.

Recuerdos del cine Ciudad Lineal
“El cine Ciudad Lineal era el cine de mi barrio, es más, diría que el cine de mi vida pues su inauguración coincidió casi con mi nacimiento. Como a todos nos pasa hay ciertos lugares que están ligados a nuestro desarrollo como personas y por eso los tenemos un especial cariño.

Yo iba al cine los martes que era cuando libraba mi padre. Me iban a buscar a la puerta del colegio; era el único día, el resto bajaba con mi hermano o volvía solo, y después entrábamos al cine. Esto sería sobre el año 1968 ó 69.

Era de sesión doble continua. Tengo el recuerdo que en los primeros años subíamos al entresuelo, imagino que por ser más barato. Mi madre me traía el bocadillo y una botella de plástico blanca con agua y cierre como el de las gaseosas. En ocasiones me compraban palomitas que las vendían en bolsas de plástico (no se hacían en el momento como ahora). Siempre me quedaba con ganas de una especie de Toblerone, que eran unos chocolates rectangulares rellenos con mermeladas de frutas. Venían como 6 porciones que podías partir y comer de forma individual. Los envoltorios eran  fotos de paisajes alpinos ciertamente bonitos (creo que nada tenían que ver con Suiza).

La parada 10 con sus kioscos vista desde Arturo Soria. El cine Ciudad Lineal quedaba a la derecha. Óleo de Rosim 

El bar estaba en la planta alta y sobre la barra, a mano derecha, tenían una especie de jaula donde tenían las palomitas y las patatas fritas.

Los asientos eran de skay rojo. Tenían un tacto rugoso que hacía el propio plástico. Eran irrompibles, duraron años (todos que yo recuerde), muy duros e incómodos, pero lo peor era en verano pues daban mucho calor.

El cine y su entorno era uno de los puntos de atención para todos los chavales del barrio. La cartelera ocupa toda la fachada del cine y se colocaba sobre él la marquesina. En la calle López de Hoyos ponían los grandes lienzos para la semana siguiente, y desde la esquina hasta las taquillas, en el lado de Arturo Soria, los de las películas que estaban echando, de tal forma que corrían de izquierda a derecha las pinturas todos los lunes.

El otro punto donde nos parábamos todos los lunes era en las fotografías que ponían de la película. Se trataba de un marco dorado muy grande que estaba embutido en la pared del cine, en la fachada de López de Hoyos. Ponían 15 fotografías de las películas, las 3 primeras de arriba era de la película “B”, y las otras doce de la película principal. El fondo era un terciopelo granate y la verdad que quedaba muy aparente.

Además en la plazoleta se instaló el primer kiosco moderno de periódicos del barrio, y en la esquina de Vicente Muzas había una gran tienda que era juguetería, tienda de deportes y armería; vamos, todo lo que nos encandilaba.

Hacía 1975, con ocasión de la película Terremoto y otras similares, el cine fue dotado con el sistema de sonido sensoround, aunque tengo que confesar que había salas con mucho mejor sonido en Madrid. También en esta reforma fueron quitadas un par de filas que estaban demasiado cerca de la pantalla.
Fue en está época cuando el cine fue calificado de “riguroso re-estreno”.

La primera película que recuerdo es "Sor Yeyé", sobre el año 1968. Lo vi con mi madre, mi hermana y alguna amiga suya. Era un sábado y nos sentamos en el patio de butacas, como en la fila 6, demasiado delante, y recuerdo que lloré pues me asustaba de la cantidad de gente que había (estaba acostumbrado a los martes que casi estaba vacío el cine).

Con mi hermano vi "El regreso al planeta de los simios", después al salir mi hermano me explicó el final de la película y cuanto de cierto puede haber en la ciencia ficción. Desde entonces he utilizado la ciencia para entender este mundo.

Allí vi el primer desnudo, todavía en tiempos de Franco, en la película Marco Antonio y Cleopatra, con Elizabeth Taylor y Richard Burton. Fue uno de esos martes con mi padres, y estoy seguro que miraban de reojo mi asombro al ver un trasero de perfil. Hoy pasaría desapercibido a cualquier niño.

Una tarde de primavera subimos muy pronto al cine Ciudad Lineal, mis amigos Mariano y José, con tan mala suerte que empezó un tormenta con rayos y centellas típica de las tardes madrileñas. Finalmente nos tuvimos que refugiar en una cabina que había en el otro lado de la acera de López de Hoyos. Después vimos "La isla misteriosa y el Capitán Nemo" (1973), con Omar Sharif como protagonista; y una extraña película: "Democracia", un musical que se aventuraba en los tiempos venideros.

Otras veces, nos reuníamos todos los amigos para comentar en secreto y con emoción que nuestros padres habían dicho que en no sé qué película de Janes Bone salía en los créditos una mujer desnuda.

Había una particularidad de esta cadena de cines. Entre el cine Ciudad Lineal y el cine San Blas se intercalaban las películas, de tal forma que una semana estaban en el primero y a la siguiente en el segundo. Cuando no nos dejaban pasar a ver las "calificadas para 18” en el Ciudad Lineal, junto a mi amigo cogíamos el autobús 70 y nos íbamos al San Blas a probar suerte, casi siempre lográbamos pasar.

También recuerdo que fuimos a ver "El exorcista". El lleno fue total. Lo malo es que a la mañana siguiente tuvimos que madrugar mucho para irnos de caza con los padres de Mariano y José, y todos teníamos unas ojeras impresionantes de haber dormido poco por la dichosa película.

Posteriormente, cobijado por mi hermana y mi cuñado, íbamos al último pase a ver películas para mayores, como “La jauría humana” de Marlon Brando.

La última película que vi fue "La historia interminable", todavía siendo una sola sala a la antigua usanza. Cuando hicieron multicines me negué a ir, no quería romper mis recuerdos, y además que consideraba que había “minicines” mejores.

En definitiva, el cine Ciudad Lineal era la estrella más grande del universo de mi barrio, y junto a mi familia y amigos, influyó en mi para ser lo que hoy en día soy.

Mil gracias a todos."

Sala de fiestas
Paralelamente a la apertura del cine, y como era habitual en los locales propiedad de la familia Reyzábal, nace en los sótanos del inmueble una sala de fiestas conocida como el Club Ciudad Lineal. Al local se tenía acceso a través de un gran hueco de dos puertas con fachada a la calle de López de Hoyos y que quedaba justamente bajo el escenario del cine. Desde este vestíbulo, donde además se encontraban las taquillas, descendían dos escalinatas, una a cada lado, destinadas a entrada y salida de público.

Planta alta del Club Ciudad Lineal según el proyecto original.

En la planta alta de la sala, que correspondía al primer sótano, se había realizado un gran hueco al piso inferior desde donde se podía contemplar la pista de baile y el escenario. Alrededor de este hueco, y de forma ordenada, quedaba suficiente espacio para establecer sillas y mesas dando servicio de bar a esta planta una gran barra situada en la parte izquierda con acceso a un almacén. La parte derecha del local estaba ocupada por guardarropía dejando además espacio para los accesos a la planta inferior. A través de tres escaleras se accedía a la planta de segundo sótano, una de estas además comunicaba directamente con una salida de emergencia posterior a la calle de Vicente Muzas.

Segundo sótano o planta baja de la sala de fiestas.

En la planta de segundo sótano se encontraba la pista de baile a la cual se podía acceder a través de varias escalinatas ya que se encontraba un poco más profunda que el resto de la sala. Todo el perímetro de ésta estaba rodeado de una moderna barandilla metálica con tableros de madera, idéntica a la del balcón del primer piso. Al fondo se encontraba el escenario elevado del resto desde donde a través de una pequeña portezuela se accedía a los camerinos construidos tras éste. Frente al escenario, en el otro extremo de la sala, estaban los servicios para caballeros y señoras. El resto del espacio se hallaba ocupado por sillas y mesas al igual que la planta alta.

Sección longitudinal de las salas de cine y espectáculos Ciudad Lineal.

El Club Ciudad Lineal, al igual que el resto de los locales de la cadena, contaba cada noche con música en directo, actuando normalmente dos orquestas que amenizaban las tardes y noches del local.

Publicidad de las salas Reyzábal

“Los Atómicos” en el Club Ciudad Lineal.

La decoración era muy básica pero de calidad, suelos de “Terrazo”, escaleras de piedra artificial, barandillas de hierro con tablero de aglomerado, paredes pintadas, enteladas o con friso, y columnas decoradas con “Gresite” en tonos grises. Todo muy funcional y evitando en mayor manera la utilización de materiales combustibles.

La sala funcionó simultáneamente al cine, haciendo parones para reformarse y adaptarse a los nuevos tiempos; originalmente fue el Club Ciudad Lineal, después se reformó y comenzó a tomar más aspecto de discoteca modificando su decoración y haciendo cada vez más oscuro el espacio. Se llamó City en los años 80; y más tarde, ya en los 90, comenzó su andadura más polémica y fructuosa con el nombre de “Die Maüer”, “el muro” en alemán en honor a la caída de éste, inaugurándose en 1992 con el local completamente remozado. Era muy característico y peculiar en esta sala el aseo, ya que contaba con una zona mixta, donde se establecieron unas mesas de agua dejando los retretes por separado.

Una imagen de la entrada al local en la calle López de Hoyos.

Durante este periodo y en el trascurso de los años posteriores, fundamentalmente en 1994, se realizaron varios desalojos y clausuras del local por superar su aforo, cuando en su interior se encontraban cerca de 1500 personas siendo la capacidad de éste de 478. A mediados de 1994 la sala cierra por reforma, y es entonces cuando se realizan las obras de acondicionamiento del cine, y la apertura en la planta baja de la tienda restaurante Vip´s.

La sala de fiestas reabre a finales del año 94 con idéntica fisonomía pero habiendo modificado algunos detalles en prevención de siniestros, además de añadir unos aseos en la planta superior.


En 1995 se llamó Virtual Sound y después The Wall, continuando su trayectoria algunos años más hasta que las quejas de los vecinos por los continuos ruidos y trifulcas que ocasionaba acabó con la discoteca.


Dos aspectos de la entrada a la discoteca Virtual Sound en los años 90.



Dibujos de ambos lados de la pista de baile en el periodo que se llamó Virtual Sound.


Después de algunos meses cerrado se hace una radical reforma en la que se divide en dos plantas completamente independientes. Se convirtió en un restaurante de comida española del grupo Vip´s, “La Ñ” pero no funcionó, y poco después se trasformó en un nuevo restaurante, en este caso italiano, “Pizza Nostra” borrando para siempre cualquier rastro del Club Ciudad Lineal.

El inmueble a finales de los años 90 ya reconvertido en el restaurante “La Ñ”, “Vip´s” y los multicines Ciudad Lineal.
   

Lo que fue la entrada a la sala de fiestas hoy convertido en un restaurante italiano y la entrada a la tienda Vip´s antiguo acceso al cine Ciudad Lineal.

Vista aérea del inmueble en la actualidad donde se aprecia el amplio tejado de lo que fue el patio de butacas del Cine Ciudad Lineal.
-.-.-

Autores: David Sánchez y Ricardo Márquez (parte Recerdos).

En este blog también colabora: José Manuel Seseña.


Nota:
Este artículo se trata de una realización conjunta y se publica a la vez en Historias Matritenses, Historias Cinematográficas, Un paseo por la Ciudad Lineal y ¿Dónde están los cines de Madrid?.

FELICES FIESTAS

FERIA DEL LIBRO

$
0
0
Nuevamente la editorial "La Librería" me brindó la oportunidad de acompañaros este año en la Feria del Libro de Madrid, donde estuve encantado de charlar un rato con todos vosotros y dedicaros los ejemplares mis libros "Un paseo por la Ciudad Lineal" y "Cines de Madrid".







¿POR QUÉ ARTURO SORIA?

$
0
0
¿Por qué Arturo Soria? es un reportaje dirigido por Antonio Peláez Barceló y producido por Amparo Santisteban en el que se profundiza en la vida del genial personaje y se a ahonda en su gran sueño, la Ciudad Lineal.

Este  tráiler es un adelanto del cortometraje de 22 minutos en el que se repasa la historia en manos de personas que han seguido sus pasos, sociólogos, arquitectos, historiadores, catedráticos e incluso familiares del propio personaje, y en el que yo también he participado aportando mi pequeño granito de arena.

Es por ello que debo estar sinceramente agradecido a Antonio Peláez y Amparo Santisteban por haberme dado la oportunidad de rendir en cierta manera este pequeño homenaje a la persona de Arturo Soria.

Desde aquí les deseo muchísima suerte con el proyecto.


Viewing all 30 articles
Browse latest View live