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Channel: UN PASEO POR LA CIUDAD LINEAL.
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YO VIVÍ EN LA CIUDAD LINEAL 2ª parte. (José Alberto Lorenzo)

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Mi nombre es José Alberto Lorenzo y aunque en realidad mi estancia en aquella ciudad fuese muy corta y efímera jamás olvidaré las tardes de estío que en ella viví.
Corría el año 1942 cuando mis dos hermanos y mi hermana fuimos por primera vez aquella casa de la Ciudad Lineal en la que residía un tío segundo de mi madre, Francisco Ruiz Fernández, al que nosotros llamábamos Paco, con su hermana Josefa (Pepa) ciega desde los seis años y que había quedado al cargo de él tras la muerte de sus padres.   En este menester le ayudaba otra tía de mi madre Consuelo (Telo) a la que nosotros teníamos gran aprecio, por ser una mujer muy simpática y emprendedora, además de progre para la época.
El caso es que en aquel hotelillo en el que los  tíos de mi madre vivían no era de su propiedad sino que residían allí por un acuerdo al que habían llegado con su dueño el que resulto ser José María Jarabo Guinea.

Llegados a este punto y si el lector es fiel a este blog se habrá dado cuenta que esta finca a la que nos referimos era “La Rosaleda”, sita en el antiguo nº 305 de Arturo Soria y a la que dedicamos el capitulo “José María Jarabo, el asesino de la Ciudad Lineal.”
Efectivamente y como relatamos en aquella ocasión la finca situada en la manzana 86 entre las calles del Marques de Urquíjo (Lorenzo Solano Tendero)  y Marques de Torrelaguna (Estrecho de Mesina) fue adquirida por el ilustre abogado don José María Jarabo Guinea en el año 1928 a otro propietario, y fue allí donde la familia paso la guerra civil hasta que en 1940 se trasladaron a vivir a Puerto Rico.

Es en ese momento cuando los tíos de mi madre se trasladaron allí quedando a cargo de la finca debido a que el tío Paco se casó con una viuda que tenía dos hijos, José Manuel y María Teresa, y esta última era la esposa de José María Jarabo, el padre del asesino. Así pues realmente no eran familiares, sino simples amigos que pactaron de mutuo acuerdo que ellos permanecerían en la finca hasta su retorno de las Américas.


El tío Paco y Mª Cañal Texido abuela de José Mª  Jarabo.


Es entonces cuando yo comencé a pasar los veranos allí, desde que era un bebé hasta los ocho años cuando José María Jarabo (hijo) volvió de Puerto Rico y reclamó la propiedad de la finca. Corría el año 1950 y con un poder notarial de su padre José María obligó a las tías Telo y Pepa a abandonar la casa, trasladándose estas a Reinosa de donde eran originarias. En mi estancia en aquella casa no coincidí con Cuqui (era así como nosotros llamábamos a Jarabo hijo) nada más que en una ocasión, cuando se presentó en la finca con dos amigos. El que tendría por aquel entonces veintitantos años, y entraba y salida de la vivienda que en realidad era de su propiedad cuando le venía en gana a pesar de que en ella residían los tíos de mi madre y nosotros que pasábamos con ellos el verano. Subió al desván de la casa con sus colegas y yo les seguí sin que se dieran cuenta, aquella gigantesca habitación estaba llena de juguetes inconcebibles en aquella época, trenes eléctricos, juegos de mesa, e incluso un pequeño organillo. Cuqui se acercó a una de las paredes y sacó uno de los ladrillos de los muros, tras él escondía unos libros y una pistola; yo salí corriendo escalera abajo tratando de olvidar lo sucedido aunque sinceramente no creo que la pistola fuese real.

                              
El famoso Cuqui en octubre de 1940 y el recordatorio de su primera comunión.

Poco después de aquel suceso mi familia abandono la casa y no supimos más de él hasta que nos enteramos del múltiple asesinato a través de las noticias. Antes de su ejecución su madre volvió a España y paso unos días en casa de mis padres. Ella siempre negó que su hijo fuese un asesino, pero él mismo lo confesó. Tras su muerte su madre encargó unos recordatorios y volvió a Puerto Rico, nunca jamás tuvimos más noticias de ellos.

                      
   Recordatorio de defunción de Cuqui.

Aquí acaba la historia de Jarabo pero no la mía, ya que durante los ocho años que yo pasé en aquella casa disfruté de algo muy especial y que jamás podré olvidar.

 
 Maravillosa imagen de la casa en construccion incluida en la coleccion de postales publicadas por la CMU. 
Obsérvese el detalle del error tipográfico de la manzana cuando en realidad era la 86.
Imagen cedida por la Coleccion KLUMPCOL 


Recuerdo perfectamente la finca, con su gran puerta de hierro y el numero 305 esmaltado en color azul y blanco. A la derecha quedaba el garaje, y la izquierda la casa de servicio que en aquella época estaba deshabitada. Junto a la casa de servicio existía un corralito con alambrada en el que había varios edificios destinados a conejeras y gallineros. Un largo pasillo adoquinado conducía al visitante hasta una preciosa rotonda donde se había plantado una palmera, a ambos lados multitud de arboles, plantas y flores que formaban macizos remarcados por una preciosas piezas de cerámica de colores. Al fondo entre la vegetación se levantaba la casa, de dos plantas y con un precioso porche de entrada.


Impresionante imagen de la finca la Rosaleda antes de ser propiedad del Sr. Jarabo allá por los primeros años veinte.


       
Dos aspectos del jardin. Se parecia el detalle de la plazoleta que rodeaba a la gran palmera y un aspecto de la casa, observeseen la imagen  que el balcon del piso principal que era originalmente de madera fue sustituido por otro de hierro más resistente.

Una escalinata con barandilla de madera daba paso al gran porche que daba entrada a la casa, estaba solado con baldosín de colores y resguardado bajo un tejadillo.  La casa era verdaderamente grande, más aún cuando uno es tan pequeño. Traspasando la puerta de entrada se encontraba el hall desde donde partían todas las dependencias de la casa, y al fondo las escaleras. El gran salón comedor era la zona más misteriosa y privada de la casa, allí no pasábamos casi nunca, recuerdo una gran mesas de comedor y un gramófono de bocina en uno de sus laterales.


  

Han pasado casi setenta años pero aún recuerdo aquella escalera y a mi perrillo que terminó enterrado en el propio jardín de la casa.



La planta superior estaba dividida en cuatro dormitorios, un espacioso cuarto de baño y un gran armario ropero. Yo dormía junto a mis hermanos en la habitación que quedaba sobre la puerta de entrada y que en realidad servía de paso para el resto de las dependencias. En realidad yo era muy pequeño y no recuerdo perfectamente la distribución de la familia pero sí que mis tías dormían en el dormitorio más grande, el del balcón y en el no entré más de dos o tres veces. En la planta superior se encontraba la buhardilla que fue donde ocurrió la anécdota de Cuqui y que ya os he relatado.


Casi todo el tiempo que yo pasé en aquella casa trascurrió en aquel maravilloso jardín en el que corríamos y trasteábamos. La parte trasera de la finca colindaba con un inmueble que en tiempos había sido el colegio de María Teresa y donde la hermana de Cuqui y el mismo habían cursado sus estudios de primaria e incluso tomado la primera comunión. Tras en el inmueble se estableció Auxilio Social, donde se educaba y recogía a centenares de niños que habían quedado huérfanos tras la contienda. Batalla de Brunete fue el nombre que adopto este refugio y donde cada día centenares de niños salían al recreo a jugar con una cochambrosa pelota. Mis hermanos y yo les mirábamos  desde lo alto de la tapia, todos iban ataviados con uniformes y su cabeza estaba muy escasa de pelo. Cuando nos veían y a espaldas de los profesores y tutores nos arrojaban piedras seguramente por envida de aquellos juguetes que lucíamos, e incluso en alguna ocasión vimos cómo les “sacudían” por desobedecer sus órdenes. Un día el maltrecho balón voló sobre la tapia y cayó en el jardín, mis hermanos y yo nos quedamos parado y confusos, mi hermano sin pensarlo chutó la pelota y volvió a traspasar la barrera que nos separaba. Al momento una enorme algarabía nos dio las gracias por la devolución y además nunca más nos volvieron a arrojar piedras.

Patio de recreo y algunas de las clases de la parte posterior del Auxilio Social Batalla de Brunete. En el margen superior izquierdo se ve al tranvía circulando por la calle principal, y la parte inferior era la que colindaba con la finca la Rosaleda.

También recuerdo el haber ido con la familia a comer al bar “La Juanita” que se encontraba muy cerca de nuestra casa, en la misma calle del Marqués de Torrelaguna esquina con el camino de la Cuerda y donde degustábamos unas maravillosas paellas.

Cuando mis tías salieron de aquella casa ni yo ni mi familia volvimos a pasar por allí.




Las tias Telo, Pepa y Teresa en Reynosa.

Despues pasó el tiempo y las tias que habían vuelto a Reynosa fueron falleciendo. Olvidé aquella casa durante muchísimo tiempo y no fue hasta los años 70 cuando trabajaba en las cercanías cuando me decidí a acercarme hasta allí para ver si aún seguía en pie. Efectivamente el edificio estaba allí, y no pude resistir llamar al timbre para intentar ver la finca. Al contrario de lo que el lector podría pensar atendieron a mi llamada y es más, me invitaron incluso  a pasar y visitar la vivienda. Todo parecía estar en su lugar, el tiempo se había detenido en aquel chalet de mi infancia. La casa se había reformado, al parecer el propio Cuqui había encargado una reforma completa de aquella casa antes de que se la embargaran.


Lo más llamativo y horrendo de aquella reforma era el baño de la planta principal que había sido alicatado por completo en mármol negro, y en el que su propietario se había gastado una desacertada fortuna. Desde luego aquel día volvieron a reavivarse mis recuerdos. Pensé mucho tiempo en ello pero los avatares de la vida fueron dejándolo en un tercer plano hasta prácticamente olvidarlo.
Los años siguieron trascurriendo y tuve noticias de que la finca se había vendido y la casa derribado, en su lugar un edificio de viviendas borraba por completo mis recuerdos de niñez.
El último contacto con estos recuerdos y además uno de los más intensos llegó no hace muchos años cuando sufrí una aneurisma cerebral de que muy pocos pensaron que me recuperaría. Durante mi estancia en la UCI de aquel hospital y durante más de un mes no dejaba de pensar en mi niñez y en aquella casa que desde luego hizo meya en mi infancia y que jamás podré olvidar aunque ya solo sea un recuerdo.

Hace algunos meses vi el artículo de Jarabo en internet y nuevamente florecieron con más fuerza mis recuerdos que conté al autor de este blog para que todos pudierais disfrutar de ellos.

Mi mas sincero agradecimiento a José Alberto Lorenzo por sus memorias y recuerdos y a Juanjo y Yolanda por su aportación gráfica.




¿POR QUÉ ARTURO SORIA?

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El próximo lunes 31 de marzo se estrena el corto documental ¿Por qué Arturo Soria?" en la Sala Berlanga, antiguo cine California en la calle Andrés Mellado 53. Dirigido por Antonio Peláez y producido por Amparo de Santisteban, el cortometraje (de 22 minutos) hace un recorrido por la vida de Arturo Soria y sobre todo por su gran obra: la Ciudad Lineal. 
Muchas gracias a Antonio y Amparo por la oportunidad que nuevamente me brindan en este proyecto que seguramente suponga otro éxito en su carrera.



UNA CASA PARA D. LUIS MIRANDA PODADERA. (Villa Miranda)

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En algo más de cuatro lotes de terreno de la manzana 85 (85-F-G-H-11) con fachada a la calle de Manuel del Valle pero con entrada desde la calle del Manuel María Iglesias por un estrecho terreno, construyó la Compañía Madrileña de Urbanización (CMU) un edificio con todo lujo de detalles para D. Luis Miranda Podadera. El terreno sobre el que iría emplazado esta construcción era muy abrupto y fue una de las causas fundamentales por las que la entrada a la finca se dio desde una calle paralela. De hecho la calle Manuel del Valle no fue terminada de urbanizar hasta los años 80 cuando el tremendo socavón que producía un pequeño riachuelo fue rellenado para realizar la rasante actual.

Solar donde iría emplazada la casa.

No obstante la parcela que era propiedad del Sr. Miranda desde hacía ya muchos años acabó teniendo entrada peatonal desde la propia calle de Manuel del Valle en el año 1926 cuando se realizó la casa, aunque existía otra entrada con camino mucho más llano para vehículos desde la calle Manuel María Iglesias.

Plano de emplazamiento. Véase el acceso desde la calle paralela.

La casa que se levantó en la parte trasera del solar en una zona muy escarpada lo que favoreció su realce. El edificio construido por la Compañía Madrileña de Urbanización bajo un proyecto del arquitecto Fernando Inciarte merecía mención aparte debido a sus líneas muy sencillas y funcionales, sin adornos ni profusas decoraciones, al igual que su distribución, aunque no por ello se escatimó en detalles. La casa se levanta en dos alturas aunque parte de la planta baja quedaba semienterrada debido al desnivel con el que contaba el terreno. Los muros de la planta baja del edificio estaban realizados en mampostería de Colmenar mientas que  en la planta principal eran en ladrillo macizo de pie y medio de espesor enfoscado a la catalana y pintado en blanco. Los tabiques divisorios se realizaron con ladrillo pardo guarnecidos con yeso negro y rematados con yeso blanco, los forjados se construyeron con viguerías de hierro laminado y fábrica, y  se solaron con baldosín hidráulico imitación de mosaicos en habitaciones y dependencias principales y rojo de “ariza” en las de servicio. La cubierta era de madera y teja árabe y toda la carpintería del edificio era también de madera pintada en verde con contraventanas del mismo material y herrajes y mecanismos de latón pulimentado. 


Una preciosa imagen del edificio tomada desde un jardín vecino.



Fotografía tomada desde el frente de la casa.

 La entrada a la casa se realizaba por una escalera de ladrillo con baranda del mismo material que subía hasta un porche en el que se instaló una  pérgola de madera. La puerta de entrada estaba rematada por un arco de medio punto y era doble,  teniendo acceso directamente a un gran hall comedor que realmente servía de distribuidor para todas las dependencias.


Planta principal de la vivienda.


Una imagen del hall-comedor.

Este poseía una ventana a la terraza con orientación norte  y desde él partían siete puertas, una para cada estancia de la casa. La primera de ellas y más a la izquierda comunicaba con una amplia estancia que se utilizaba de office y desde donde partía una escalera que bajaba hasta la planta inferior donde se había instalado la cocina. Esta era muy completa y tenía acceso directo al jardín sin tener que recorrer ninguna estancia de la casa. En ella se colocó una cocina para carbón vegetal y mineral con termosifón para servicio de agua caliente y una pila fregadero de mármol comprimido. Desde la cocina se accedía a otra dependencia contigua destinada a lavadero donde además había un pequeño retrete de servicio y otro habitáculo destinado a carbonera y almacén.


Planta de sótanos.

Volviendo a la planta superior y continuando el recorrido encontrábamos cinco dormitorios, dos de ellos grandes y tres un poco menores, todos con luz natural y vistas al jardín. Junto a uno de estos se hallaba el cuarto de baños, alicatado hasta media altura con baldosín de colores, en él había una hermosa bañera de hierro fundido. En el otro extremo de la casa estaba el despacho una estancia muy atractiva que poseía una gran ventana de cuatro hojas y desde donde se podía ver la puesta de sol sobre la capital. Dentro del propio despacho se construyó un gran armario ropero.


Una imagen del despacho inundado de luz al atardecer.

La planta de bajo-cubiertas no era habitable pero se podía acceder hasta ella y tenía luz y ventilación natural. 
Como la entrada a la finca se realizaba por la parte posterior se habilitó una gran explanada en el lateral izquierdo de la casa, donde desembocaba el camino que llegaba desde la calle trasera. En esta se instaló una pérgola y se decoró con todo lujo de detalles. Se plantaron decenas de árboles frutales y de sombra, y se construyeron algunas dependencias de servicio y un garaje en la parte más cercana a la calle de Marques del Valle. Muy posiblemente esta vivienda y su vecina construida en la misma calle un número más arriba, fueran inicialmente del mismo propietario ya que ocupaban cada una la mitad de un terreno de nueve lotes con una extraña forma de división, y las viviendas construidas en ellos eran muy parecidas externamente, aunque interiormente fueran completamente diferentes. (Para más referencias véase página 224 de Un paseo por la Ciudad Lineal) 
La casa se mantuvo en el solar hasta mediados de los años 70 cuando fue derribada, después el solar completamente poblado de árboles estuvo muchos años sin la vivienda tal y como se ve en la siguiente imagen aérea de 1975.

Una imagen aérea de la zona en 1975.

Posteriormente la parcela se unió a otras dos que había junto al camino de entrada desde Manuel María Iglesias, casi junto a Villa Paquita y formó un amplio solar donde se construyeron dos bloques de viviendas de lujo con entrada desde el nº 5 de esta calle, ya que Manuel del Valle aún no tenía acceso para vehículos. En el solar no ha quedado ningún rastro de la casa que con tanto esmero construyó la CMU para Don Luis Miranda Podadera.


Una imagen aérea en la actualidad.

Autor: David Miguel Sánchez Fernández
 
Fuentes:
-      “La Ciudad Lineal” nº 787 / 10 de Abril de 1927 / paginas 193-195
-    “Cortijos y Rascacielos” nº 3 / Invierno de 1930-31 / paginas 90-91-    

Bing maps, Google Earth, Nomecalles, y  Documentación topográfica y catastral.   Ayuntamiento de Madrid - Área de Urbanismo.

COMIENZA LA RECONSTRUCCIÓN.

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A través de este blog se podrán realizar aportaciones, intercambiar impresiones y ayudarnos en conjunto a reconstruir la ciudad perdida. La antigua ciudad de Arturo Soria hoy absorbida por la urbe, será reconstruida poco a poco hasta poder realizar Un paseo por la Ciudad Lineal.

Con el tiempo irán  apareciendo entradas de antiguos edificios que de una forma u otra ya han sido localizados y encasillados en su lugar correspondiente, nombre y número de la calle, propietarios, historia.

Recuerda, cualquier aportación por insignificante que parezca será de gran valor.

¡Muchas gracias! 

Tierra de María Santísima.

YA ESTA A LA VENTA "UN PASEO POR LA CIUDAD LINEAL"

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A partir de la próxima semana  estará a la venta mi obra "Un paseo por la Ciudad Lineal" en la que se hace un extenso recorrido por las edificaciones más importantes de la desaparecida Ciudad Lineal de Arturo Soria.



Seguramente muchos conozcan “Ciudad Lineal” y sus alrededores, pero tal vez sean muy pocos los que recuerden “La Ciudad Lineal.”  Un título más exacto para esta obra podría haber sido “Rescatando la Ciudad Perdida” por que realmente se trata de un largo trabajo de arqueología, realizado en bibliotecas y hemerotecas. La Ciudad Lineal de Arturo Soria nació como el sueño de un pensador, un hombre adelantado a su tiempo al que se le cerraron muchas puertas, pero que gracias a su perseverancia, consiguió realizar su más ansiado proyecto, “Urbanizar el campo y ruralizar la ciudad”.  Lo que surgió como un ideal en el que  convivirían ricos y pobres, terminó convirtiéndose en la urbanización más importante y saludable de principios del siglo XX, en la que muchos personajes importantes adquirieron su finca bautizándola en hotel o villa. Esta ciudad será por la que pasearemos analizando algunos de los edificios más relevantes: el teatro, el parque de diversiones, la plaza de toros, los estudios CEA, la fábrica de electricidad o su campo de deportes utilizado como improvisado aeródromo. Recorreremos su historia y la de sus protagonistas, hasta llegar a nuestros días, todo esto acompañado de planos y muchísimas imágenes, algunas hasta el momento inéditas, que nos ayudaran a ir encajando las piezas de este gran rompecabezas.

Un paseo por la Ciudad Lineal. 
David Miguel Sánchez Fernández.
Ediciones la Librería.
ISBN: 978-84-9873-098-2
Se puede adquirir en la librería de la propia editorial C/Mayor 80 a partir del día 22, y en el trascurso de la semana en El Corte Ingles, Fnac, La Casa del Libro, y librerias habituales.

Una casa para don Manuel González y González. 1ª Parte.

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Hace algunos años ya, se puso en contacto con Ricardo Márquez (Historias Matritenses) y con un servidor, una persona que casualmente aparecía en una de las fotografías actuales que yo publiqué en mi libro “Un paseo por la Ciudad Lineal”.

Esta persona resultó ser un familiar, quizás de una forma un poco indirecta, de los propietarios de uno de los edificios más famosos de nuestra querida Ciudad Lineal, Villa Sotera. Un edificio no muy grande que se reprodujo años y años en libros sobre la materia, y que con un pie equivocado de foto, nos dejaba perdidos sobre su ubicación. Muy posiblemente, no la hubiéramos descubierto fácilmente si no hubiera sido porque el azar, hizo que llegase hasta nuestros días, trasformada e intacta, dejándonos un maravilloso vestigio de la ciudad del porvenir, la Ciudad Lineal.


Por todo ello este post, va dedicado especialmente a Concha Chaves, Javier de Miguel, Ricardo Márquez, Antonio Sánchez Acereda y a toda esa gente que ha depositado su granito de arena a través de Historias Matritenses en Facebook. Gracias a todos.  

El solar donde Manuel González mandaría construir esta vivienda, se encontraban en la manzana 98 de la Ciudad Lineal, concretamente en la calle transversal del Vizconde de los Asilos, lotes F, 9 y 10, a 100 metros de la calle de Arturo Soria. 

En el año 1902 según los más antiguos documentos de la Compañía Madrileña de Urbanización el terreno en cuestión era propiedad de don Francisco Fuentes, al parecer un famoso productor y actor teatral de la época.

Las escrituras se firmaron el día 1 de agosto de 1903 ante el notario D. Federico Planas, entre el vendedor D. Francisco Fuentes y el comprador D. Manuel González y González de profesión contratista de obras, de un solar libre de cargas, en un paraje denominado el Carrascal, en el término municipal de Canillas, por la suma de 200 pesetas.  Se llevó al registro de Alcalá de Henares el 21 de noviembre de 1903, y quedo finalmente registrada el 1 de diciembre de ese mismo año.


Plano de C.M.U en el que se muestra la parcela a nombre de don Francisco Fuentes. (Planos propiedad de la C.M.U.)

En el año 1920 hay una nueva anotación en el registro en el que se inscribe como obra nueva, pero según los propios descendientes afirman,  la casa se levantó antes de 1905, y aún hay más datos que lo corroboran, la propia C.M.U. exhibía la única imagen que todos conocemos en su revista por primera vez en 1912.

Textualmente la anotación decía lo siguiente:

Finca Urbana, hotel de dos pisos o plantas, buardilla, jardín, situado en el término de Canillejas, sitio El Carrascal, con fachada a la calle de Vizconde de los Asilos, manzana noventa y ocho de la Ciudad Lineal, en las cercanías del Barrio de la Concepci´pn. a dosciento cincuenta metros al este del Camino de la Cuerda. La figura del solar es un paralelogramo rectángulo y los linderos del hotel y jardín los siguientes: Al Noreste en rectángulo de cuarenta metros con más terrenos de la Compañía madrileña de Urbanización, al Sudeste en recta de veinte metros , con la calle de Vizconde de los Asilos, al Sudoeste en recta de otros cuarenta metros en solares de D. Estanislao Zuazoy al Noroeste con más terrenos de la Compañía Madrileña de Urbanización. La superficie que ocupa es de ochocientos metros cuadrados, equivalentes a diez mil trescientos cuatro pies cuadrados. Valuado dicho hotel y jardín en veinticuatro mil pesetas.



El hotel de D. Manuel González y González (fotografía invertida) y planos de planta originales.(Revista "La Ciudad Lineal")

Lo que está claro es que hasta la fecha de 1903 la casa no estaba construida, y fue el propio Manuel González el que encargó a su cuadrilla la construcción de este magnífico inmueble.



Imagen tomada desde las oficinas de la CMU en la primera década del siglo pasado en la que se ve el edificio.
(Revista "La Ciudad Lineal")

En varias notas publicitarias aparecidas durante los años 10 del siglo pasado se anuncia como maestro albañil, y contratista de obras con sede en su casa de la calle Vizconde de los Asilos. Posiblemente muchos de las viviendas de la C.M.U. fueran construidas por él, ya que la Ciudad Lineal era una ciudad que se abastecía de sí misma y contaba con toda clase de profesionales, pero eso no lo podemos garantizar.


Recorte de prensa referente a la empresa que poseía don Manuel. 

El edificio de acertada construcción no era una vivienda muy grande, y era ideal para una familia de clase burguesa, por norma general se realizaban de la misma forma tal y como se detallaba en los catálogos de la Compañía:

Tipo nº 6
            Casas burguesas económicas de dos alturas, construidas en ladrillo con muros de un pie y medio de espesor en las dos plantas, altura de techos 3 metros en baja y 2,80 en principal, forjados de madera y cascote, armaduras del tejado a dos o cuatro aguas, canalones y bajadas en zinc. Las escaleras eran de madera con barandilla de hierro, paredes blanqueadas, piso de baldosín hidráulico blanco y rojo, retrete con taza de hierro esmaltada con todos sus servicios, cocina económica con horno y depósito para agua caliente, fregadero con agua corriente, ventanas de dos hojas y puerta además con rejilla de hierro. Cuando se construían azoteas, el forjado era de hierro en forma de doble “T” con rasillas, enlechado de cemento y solado de baldosín catalán. Además se colocaban pilastras de ladrillo que sujetaban barandas de hierro, para antepechos de dicha azotea, estas computaban como cualquier otra planta.

A este generis había que sumarle que a este inmueble se le añadió una terraza-porche en la planta inferior y un gran mirador construido en hierro y cristal prensado sujeto por unas esbeltas columnitas del mismo material que apoyaban en la terraza del piso inferior.
La propia Compañía comenzó a comercializarlo como modelo-tipo 6B aunque no hay datos acerca de una construcción idéntica.




Alzado y plantas del modelo 6B de la C.M.U.  (Dibujo realizado por el autor de este blog)           

Melliza pero no gemela se levanta otra vivienda en la calle de Juan Pérez Zúñiga, en la manzana 93, lotes I, 2 y 3 que tenía idéntica fisonomía a simple vista, pero en realidad era más grande, escasamente un metro más de fachada, ¿alguien se atreve a jugar a las diferencias a simple vista? Pues sí, la única diferencia apreciable era que en la galería de cristales contaba con un hueco más, salvando esta diferencia y la tapia y verja del cerramiento las viviendas eran idénticas.

 

Comparativa de las dos viviendas observese que el cerramiento tiene dos huecos acristalados más que la original.
(Revista "La Ciudad Lineal")


A raíz de la publicación de la imagen originaria de Villa Sotera en Facebook pareció una imagen cedida por Antonio Sánchez Acereda, y realizada por la su hermana Maricruz a finales de los años 70, en la que se ve el inmueble y nos deja un testimonio vivo de que ese otro edificio también llegó hasta los años 80.


Imagen de la vivienda de Juan Pérez Zúñiga, cedida por Antonio Sánchez Acereda a Historias Matritenses.

Hay incluso más, él nos apunta que en esa casa se rodó la película “Sentados al borde de la mañana con los pies colgando”, film dirigido por José Antonio Betancor y que tenía un reparto de jóvenes que con el tiempo darían sus frutos, Miguel Bosé, Josema Yuste, Enrique San Francisco, Millán Salcedo, Fernando Colomo, e incluso Ana Obregón.  



Varios fotogramas de la película en la que se ve la vivienda de la calle Juan Pérez Zúñiga.



Alzado y plantas correspondientes a la vivienda de la calle de Juan Peréz Zúñiga. (Revista "La Ciudad Lineal")

Al parecer esta segunda vivienda melliza  no tuvo la misma suerte que la originaria y sucumbió en un desafortunado incendio en los años 80 y el edificio fue derribado.





  
Aspecto de la calle de Vizconde de los Asilos.
En primer término la vivienda de Doña Soledad Álvarez, y al fondo Villa Sotera. (Imagen propiedad de Artehistoria.com)

Volviendo a villa Sotera hay que mencionar que el edificio desde su construcción fue coloreado, sus muros de ladrillo exteriores fueron adornados en parte con pintura  blanca, resaltando marcos de puertas y ventanas, cornisas y machones del rojo de la arcilla. El muro de cerramiento y la forja del cerramiento también fueron pintados del mismo modo.





 Maravillosa imagen aerea de parte de la manzana 98 en la que se ve la finca en perfecta armonía con el resto de parcelas vecinas.

Además como edificio anejo una vivienda para el servicio, lavadero y almacén que se construyó en la parte posterior de la finca, y con una superficie aproximada de 84 metros cuadrados.
También poseía un invernadero construido en la parte posterior, un palomar y largos paseos con parterres, árboles frutales y de sombras que se regaban con el agua que se extraía de un pozo y que se almacenaba en un pequeño estanque rectangular que se encontraba en la parte posterior.
Frente a la escalera de servicio que salía desde la cocina existía una gran mesa de piedra a la sombra de los árboles que era el centro de reunión familiar en las veladas estivales.



Dos imágenes aéreas tomadas desde diferentes ángulos en las que se ve claramente a vivienda. (Imagenes cedidas por Ricardo Márquez)

Don Manuel González tuvo dos hijos, ambos heredaron la vivienda a finales de los años 40 tras el fallecimiento del padre, este último se trasladó a vivir allí con su esposa y sus tres hijas.
En este momento el edificio sufrió alguna reforma para adecuarlo a los nuevos tiempos y a sus nuevos habitantes.
Entre ellas destacaríamos la construcción de un garaje con fachada a la calle de Vizconde de los Asilos en el lateral derecho del cerramiento, proyecto que está fechado en 1947. Era una simple construcción de forma rectangular de algo más de quince metros cuadrados con una puerta de dos metros con persiana metálica enrollable para el acceso del vehículo, y con una puerta y ventana lateral, suelo de cemento rayado en el interior y baldosín de ariza rojo en la cubierta. Exteriormente se enfosco a la tirolesa y fue pintado en blanco, al igual que el resto del cerramiento.
También se modificó ligeramente su estructura interna dotándola de un cuarto de baño y retrete más modernos y derribando algún tabique para hacer más grandes algunas de las estancias.


Planos de planta después de la modificación de 1948. (Revista "La Ciudad Lineal")

Los años siguieron trascurriendo y los hijos fueron volando del nido quedando solos en la vivienda el matrimonio. Tras la muerte del padre en 1983 la viuda era ya demasiado mayor para vivir en una casa tan grande y se trasladó a casa de una de sus hijas, quedando el inmueble vacío.


Una imagen aérea tomada en la década de los años 70 donde se ve a Villa Sotera sola entre nuevas edificaciones.
 (Madrid. Espasa Calpe 1977)

Los hijos toman la decisión de comprar la parte proporcional que correspondía a su tía que ya había fallecido y tras esa transacción, y después de largos debates se termina vendiendo a un tercero en el año 1988.


Una de las últimas imágenes de villa Sotera antes de ser reformada en los años 80. (Imagen propiedad de RociArte-RociArte)

Es a partir de este momento cuando se estudia el proyecto de reforma que devolverá la vida al antiguo, y maltrecho hotel de don Manuel González y González.

Continuará...






Una casa para don Manuel González y Amigó. (De Villa Filomena a Villa Fleta)

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Creo que desde que empecé a descubrir la Ciudad Lineal, la ciudad para mí desaparecida tengo constancia de este edificio, quizás por su magnificencia,  a lo mejor por su ubicación, tal vez por su inquilino, o  acaso por un cumulo de casualidades. Sea como fuere Villa Fleta fue y será sin duda alguna un referente en la historia de la urbanización.


El solar donde se construiría el edificio estaba situado en uno de los lugares más altos y de orografía más singular, en un paraje denominado Atalaya poco antes de la cuesta del Sagrado Corazón, camino natural a Chamartín de la Rosa.

Desde el altozano por donde se había conferido la trayectoria de la calle principal de la Ciudad Lineal se tenían unas maravillosas vistas de la capital, del espectacular colegio de Nuestra Señora del Recuerdo, y al fondo, como si de un decorado se tratase la sierra madrileña.
El lugar era idóneo aunque un tanto escarpado, aspecto que por otra parte facilitaría la construcción de edificios en varios niveles. La manzana 73 se había dividido en tres sub-manzanas tal y como rezaba el proyecto original, pero estas no estaban completas, ya que la hondonada que provocaba el cercano arroyo Abroñigal limitaba la extensión de esta y eliminaba de un plumazo la calle posterior Occidental.

El bloque central de la sub-manzana 73 estaba compuesto por una treintena de lotes de terreno (parcelas de 20 m. x 20 m.) lo que daba una extensión total de 12.000 m2. Esta superficie fue asignada  hacia 1902 a uno de los primeros accionistas de la C.M.U don Francisco Amigó y González, que llegó a ser incluso vicepresidente de la propia compañía, cargo que ostentó hasta 1915 cuando se retiró por problemas de salud.


En honor a su generosa aportación económica a la empresa, esta le concede su nombre a una de las calles de la urbanización, justamente la situada en uno de los laterales de la parcela, quedando configurada su ubicación de la siguiente forma:

Parcela de 40.000 pies sita en el paraje conocido como Atalaya, manzana 73 de la Ciudad Lineal, lotes 11,12,13 y 14 letras A,B,C,D,E,F,G,H,I, que linda en su cara oeste  con 80 metros de longitud a la calle principal de Arturo Soria; en su cara norte con 170 metros de longitud a la calle de Amigó y González, en su cara este de 80 metros de longitud al arroyo de Abroñigal, y en su cara sur con 140 metros de longitud a la calle de Francisco Gutierrez.  

El terreno fue dividido en dos parcelas quedando de esta forma distribuido en una de 24 lotes de forma rectangular y otra con 6 lotes en forma de cuchillo. El terreno mayor a su vez se desgajó en dos partes idénticas, configurando dos parcelas de 4800 m2 cada una, de las cuales solamente fue edificada una, la más cercana a la calle de Arturo Soria.


En la imagen la parcela 73 al completo. Dentro del círculo la sub-manzana propiedad de F. Amigó y Gonzalez. Remarcado con el cuadrado la superficie finalmente urbanizada y construida.

Hay un dato curioso y anecdótico que traería de cabeza a las visitas, mensajeros, y cualesquiera que fueran los importunados en llegar hasta la calle de Amigó y Gonzalez, y es que su opuesta, atravesando la calle principal de Arturo Soria se denominaba González Amigo, no por un error tipográfico, sino porque esta se le asignó a otro accionista mayoritario, don Ildefonso González Amigo, con lo cual el embrollo estaba garantizado. Por una parte era un contratiempo pero quizás la C.M.U. pensó que en caso de confusión al menos la molestia sería de menor grado que habiéndolas situado a kilómetros de distancia. El caso es que con los años y en un momento determinado en la década de los 50, la calle modificaría su designación pasándose a denominar al completo calle de González Amigo, borrando de un plumazo la concesión dada a don Francisco por la compra de acciones de la empresa.

En enero de 1903 se tiene conocimiento de que el cerramiento de la parcela correspondiente al número 120 está prácticamente terminado y pocos meses después en marzo que las obras de cimentación y planta sótano ya están muy avanzadas. El resultado final de los trabajos concluidos hacia 1904 fue maravilloso y digno de mención por su belleza y suntuosidad.


El edificio se levantó en tres alturas, el sótano quedaba en la parte posterior a la altura del jardín, la planta baja a cota de calle,  primera y segunda dispuesta en buhardillas y torreón. El edificio se había construido en ladrillo macizo de dos pies de espesor en sótano, y pie y medio en el resto de las plantas, siendo sus forjados de hierro y bovedillas de tablero de ladrillo. En sus fachadas de ladrillo visto se empleó  todo un muestrario del estilo neomudejar,  abultados en jambas, dinteles y pilastras, que fueron combinados con preciosas escalinatas y balaustradas de “Portland” pintadas en blanco, dejando entrever en algunos casos los pilares de forja.




La cubierta se realizó con forjado de madera y tejas de dos colores, rojas y verdes, adornado con recargadas cresterías ornamentales de zinc en aleros y cumbres. La cubierta del torreón de especial belleza y singularidad, estaba realizada también en madera y este caso se recubrió de pizarra, culminando la estructura con un alto pararrayos.

El cerramiento se realizó con altas tapias de ladrillo a las calles de González y Amigó, Francisco Gutiérrez, y posterior, adornando la fachada principal con una maravillosa verja de hierro sujeta entre machones con puerta de acceso principal en el centro de esta, frente a la casa. Existía además otra puerta en la calle de Francisco Gutiérrez para paso de carruajes.
La casa que se afirma fue diseñada por Mariano Belmas, arquitecto jefe de la Compañía Madrileña de Urbanización, fue un verdadero icono para la Ciudad Lineal.
De hecho si nos fijamos en las representaciones y grabados que se realiza consecutivamente en diversas publicaciones, casi siempre aparece este modelo, que  se publicitó continuamente en la revista de la compañía, pero que no se volvió a construir como ocurrió con otros modelos.
La vivienda se edificó quizás excesivamente cerca de la calle de Arturo Soria, nueve metros separaban el gran portalón de hierro del porche de entrada a la casa. Un preciosa balaustrada de piedra artificial recorría una gran terraza que se había construido en su frente, ocupando toda la fachada. En el centro del edificio y bajo cuatro pilares de hierro que sujetaban una terraza del piso superior, se encontraba la puerta principal de entrada.  Este porche, antesala del hall principal se había adornado con varios frescos y detalles modernistas, dignos de mención aparte.


Un aspecto del jardín de Villa Filomena y la terraza que se desarrollaba a las puertas de la casa.
 

El maravilloso porche de entrada a Villa Filomena en los años 10. Obsérvense detalles tales como las pinturas modernistas a ambos lados de la puerta principal de entrada a la casa.

A ambos lados de la puerta principal existían otras dos puertas de acceso directo al comedor y al salón sin necesidad de entrar dentro de la vivienda. Accediendo al gran hall principal, y frente a la puerta encontrábamos la gran escalera a lo imperial que se dividía en dos tramos a la mitad del trayecto para concluir en un corredor en forma de herradura que dejaba ver el piso inferior y el arranque de la propia escalera.

La planta baja estaba ocupada por el comedor, salón, gabinete, alcoba, cuarto de baños y cocina. Desde esta última y a través  de un corredor se comunicaba al exterior mediante una escalerita, sirviendo de acceso a la casa de servicio instalada a unos cuantos metros en la propia finca.
Desde el hall y mediante una puerta que se había instalado bajo la escalera se podía acceder a  una preciosa galería acristalada de 41 mcon vistas a Madrid.


En la planta superior la galería daba paso a dos pasillos que iban dejando sucesivas habitaciones a sus lados. Al fondo dos puertas daban paso a una gran azotea sobre la galería de cristales de la planta baja.  Siete dormitorios todos con ventanas al jardín, con el defecto de que en esta planta no había ningún cuarto de baño ni aseo. Desde uno de los dormitorios instalados en el lateral del edificio se accedía a una escalerita de caracol que subía hasta lo más alto del torreón, donde había un gabinete, y desde donde se tenía acceso a la planta de bajo cubiertas.


La planta de sótano se destinó exclusivamente a cuadras y cocheras, carbonera, leñera y almacén, con acceso a la parte baja del jardín.


Toda la finca estaba plagada de fuentecillas de piedra artificial, parterres de flores, cenadores, y paseos a la sombra de frondosos árboles: eucaliptos, pinos, álamos, castaños de indias, cedros, palmeras, etc. La casa fue construida por la Compañía Madrileña de Urbanización por 50.000 pesetas en el año 1904, cuando aún la zona era un erial, y donde las fincas iban formando oasis según se iban ocupando.
  


 La calle de Arturo Soria a la altura de la finca Villa Filomena con su característica torre.
  


 Impresionante fotografía tomada desde uno de los ángulos del jardín, en ella se ven la galería acristalada de la planta baja que en la parte trasera quedaba a la altura de la primera planta y la azotea sobre esta.





 La finca vista desde una casa vecina al otro lado de la calle de González y Amigó con varios años de diferencia, obsérvese la frondosidad del arbolado.


Villa Filomena en todo su esplendor en los años 20. En la imagen se aprecia con claridad los dibujos que se realizaron en los tejados con piezas de diferentes colores.


La vivienda pasó a manos de Sotero Barón, un acaudalado empresario teatral que junto con su hermana Isabel formaban parte de la Compañía Clásica de Arte Moderno “Isabel Barrón- Cipriano Rivas Cherif.” Este adquirió la vivienda pero no llegó a habitarla vendiéndosela a un tercero poco tiempo después. Ese tercero llegó a la Ciudad Lineal de visita, buscando vivienda donde refugiarse de los ruidos de las grandes capitales, y establecerse no lejos de la urbe en un ambiente social alto.
El personaje en cuestión era el famoso tenor aragonés don Miguel Burró Fleta, conocido mundialmente por Miguel Fleta. Según la revista “La Ciudad Lineal” siempre que Fleta venía a Madrid residía en casa de su sobrina carnal, doña Teresa Castro, esposa de don Luis Casaseca, harto de causar molestia decidió adquirir una vivienda y fue esta la que tomó como su morada.
Don Miguel adquirió la vivienda en 1925 por 100.000 pesetas, poco tiempo después encargó su reforma total, borrando de un plumazo cualquier rastro de Villa Filomena.

Miguel Fleta se trasladó a la Ciudad Lineal en un delicado momento de su vida personal, su distanciamiento con la que sería su primera mujer Luisa Pierrick, madre de su hijo Miguel, supuso un antes y un después en trayectoria. 
En enero de 1927 conoce a su segunda mujer en Salamanca, Carmen Mirat, y allí se casa con ella en mayo del mismo año. Para entonces Villa Fleta ya será un edificio diferente, irreconocible ante su antecesor.


Don Miguel Fleta en los años 20 cuando ya era un eminente tenor. Nacido en una pedanía de Huesca Fleta llegó a ser uno de los tenores famosos de todos los tiempos.

La reforma comenzó por la restructuración del jardín, creando nuevos paseos, más amplios, y accesibles. La gran terraza frontal se eliminó, alisándose el terreno y construyendo en su lugar una gran explanada, antesala de la casa de cantos rodados de diferentes colores creando un maravilloso mosaico de piedra.
Se eliminaron algunos de los arboles realizando una selección y dejando más zonas soleadas. Se construyeron muros de carga para escalonar el terreno, escalinatas y paredes de  granito, fuentes, y una gran pérgola de madera en la parte posterior sujeta con magníficos pilares de piedra.  Se modificó la tapia a las calles laterales cubriéndola de cemento coloreado en blanco. El cerramiento a la calle de Arturo Soria se hizo de igual modo, cambiando la verja por otra más alta y más moderna. Se ampliaron los edificios destinados a lavaderos, garaje y personal de servicio y se construyeron en la parte más baja del terreno y alejada de la casa, gallineros y conejeras. En el extremo opuesto se erigió incluso una piscina, moderno e inusual detalle capitalista.
La casa se enfoscó al completo, se eliminaron los adornos de zinc de los aleros y cumbres, se derribaron las balaustradas de piedra artificial, se cambiaron por completo el orden de las dependencias, y la planta sótano se habilitó como zona de servicio y descanso.


Un aspecto de la nueva “Villa Fleta” en el número 120 de Arturo Soria poco después de su restauración.

Al parecer la decoración del edificio corrió a cargo del ilustre escultor Mariano Benlliure, incluyendo cientos de detalles de buen gusto. Paredes estucadas, altos frisos de maderas nobles, vidrieras, caros tapices y alfombras, y un completo ajuar de artículos de lujo.
En su puerta principal se instaló un cartel de cerámica compuesto por varias piezas en el que sobre un fondo amarillo se leía claramente “Villa Fleta”.



Dos instantáneas tomadas desde un aeroplano a finales de los años 20 donde se ve al completo Villa Fleta.

Cuando fleta se casó en el mes de mayo de 1927 con Carmen Mirat se trasladaron a vivir a Villa Fleta, donde los recién casados pasaron parte de su luna de miel, y celebraron verbenas y fiestas en su honor.


Don Miguel Fleta y su esposa Carmen Mirat paseando por unos de los paseos de Villa Fleta. Al fondo se ve parte del tejado de la finca vecina “El Bosque” propiedad de don Ricardo García Guereta.

Los convecinos estaban encantados con tan ilustre propietario, pues en muchas ocasiones amenizaba los silenciosos días con sus arias y romanzas.
Muchos vecinos recuerdan la buena voluntad y humildad del tenor, que celebraba durante las épocas estivales fiestas y verbenas en muchas ocasiones benéficas.


Multitud de vecinos en una fiesta organizada en los jardines de Villa Fleta, el tenor en la segunda fila a la derecha de la señora de la blusa blanca. A la izquierda de esta Carmen Mirat.

                
Miguel Fleta a las puertas de su casa y en una de las estancias. Observese en ambos casos las vidireras.


Don Miguel junto a un periodista de ABC en Villa Fleta. La maravillosa vidriera que está a sus espaldas estaba situada en el salón y por ella entraba la luz tamizada en infinidad de colores.



   
Dos fotogramas de un pequeño fragmento en el que el tenor interpreta varias canciones desde la ventana de su casa y en uno de los paseos.


Desde una de las ventanas del primer piso se tenía una maravillosa imagen del jardín, a la izquierda la calle de Artura Soria, y al fondo la vivienda contigua “El Bosque”.


Carmen Mirat colgada de la solapa del galán en el borde de la fuentecilla que aparece en la imagen anterior.


Espectacular imagen de la casa tomada desde la calle de Arturo Soria en todo su esplendor.
 

Impresionante aspecto de la parte posterior de Villa Fleta, con sus terrazas, galerías y porches que configuraban sin ninguna duda una de las mejores edificaciones de la Ciudad Lineal.   Comprenderá el lector el porqué de que el recuerdo de Villa Fleta pasase a los anales de la Ciudad Lineal.


Otro de los rincones de la finca, un paseo junto a las cinco casitas individuales para animales, otra de las distracciones de la pareja.





A partir de 1928 el tenor sufre nuevamente un altibajo en su trayectoria, esta vez profesional, viéndose afectado por sistemas de voz fatigada, por lo que tiene que rechazar los compromisos pactados con el Metropolitan de Nueva York, lo que le genera un largo conflicto interior.
En el año 1930 recuperado de su enfermedad, realiza una gira por Japón, China, México, Guatemala, Cuba, Puerto Rico y Canadá, en la que gano más de un millón de pesetas.
Adquiere en la madrileña calle de Serrano otra vivienda más modesta, trasladándose únicamente a Villa Fleta en la época veraniega.

En 1930 realiza unas comprometedoras declaraciones políticas, ilusionado por el cambio político del país, apoya a la republica que le promete mejoras en el campo lírico-teatral de la nación,  llegando incluso a grabar el “Himno de Riego”, utilizado como himno de la segunda república.

Decepcionado con la Republica por su incumplido compromiso de apoyo a la música se afilia a Falange Española, convencido por el propio José Antonio Primo de Rivera que conocía desde hace tiempo.  Puso a disposición de Falange incluso su voz, grabando el oficial himno Falangista “Cara al Sol”.
Este cambio de aires políticos supone un antes y un después en su carrera y en su vida, repudiado por los republicanos por la repentina mudanza de bando y un tanto sospechoso ante los ojos de los falangistas, le llevará a trifurcar con unos y otros quizás por completo desconocimiento de las causas, y como único fundamento la música, y su voz que hacía llegar a todos los rincones del país.
Realmente no soy la persona indicada para documentar todo lo que aconteció después pero lo que es verdaderamente cierto es que la figura de Fleta se vio manchada por unas causas y circunstancias desmesuradas. Alguien que defendió  ante todo a su patria, fuese cual fuese el bando de esa maldita reyerta, creo que no se merecía un final tan fatídico como fue el suyo.


Miguel Burró Fleta murió en la Coruña el día 29 de Mayo de 1938 de coma urémico, probablemente una nefritis, o quizás un proceso tumoral renal, olvidado y repudiado. Tan solo algunos periódicos que años antes habían dado en primera plana cualquier cotilleo de la vida del tenor de tenores se hacían eco de la noticia con un mísero párrafo en la página de sucesos con titulares tan duros como “Un fascista menos”, “Ha muerto el traidor”, o Murió el Burro de Fleta.


Sus propiedades en un Madrid convulso son incautadas y saqueadas, el ama de llaves y el resto del personal de servicio que no había sido enviado al frente permaneció en la casa durante la guerra, intentando salvaguardar el nido del ruiseñor que había muerto lejos de todo lo que más quería.

Villa Fleta fue ocupada por los republicanos estableciendo en ella la residencia del comisario del II cuerpo del ejército. El lugar era ideal, desde la casa se podía contemplar el camino de Chamartín y el arroyo del Abroñigal. Dicen que antes de finalizar la guerra en este lugar se imprimieron las octavillas contra el levantamiento del coronel Casado.

Finalizada la contienda, y después de algún tiempo el edificio se rehabilitó, aunque nunca más se volvió a ocupar como residencia estable de la familia Fleta. En el lugar tan solo vivían por temporadas adineradas personalidades que arrendaban la finca, a pesar de todo en la fachada seguía ostentando los carteles de “Villa Fleta”

En los año 40 es arrendada a los vecinos estudios cinematográficos CEA para rodar algunas escenas de la película “Canelita en rama” (1943), protagonizada entre otras celebridades por Juanita Reina y Pastora Imperio.






Varios fotogramas de la película “Canelita en Rama” realizada en los estudios CEA (Ciudad Lineal) en 1943.
En las imágenes podemos contemplar como la pareja de dirige desde la puerta de la casa hasta el coche situado en la calle de Arturo Soria.


En 1960 vuelve a servir de escenario para la grabación de algunas escenas en la película “El Cochecito”, con Pepe Isbert como protagonista, en este caso bajo la realización de la productora Films-59.


Un fotograma de la película “El Cochecito” (1960)
La escena que nos ataña transcurre en la parte posterior, junto a la puerta del garaje y vemos una panorámica del camino que conducía a la puerta de acceso a carruajes a la calle de Francisco Gutiérrez.

En la película además se ve una panorámica de los alrededores de la Ciudad Lineal, con la piscina Stela como telón de fondo.

Pero sin duda alguna la película que serviría como referente para perpetuar la imagen de Villa Fleta fue “Mónica Stop” (1967). El film protagonizado por la que se proyectaba fuese una nueva niña prodigio, estaba protagonizada por Mónica Saugranes(María de los Ángeles Bello Fernández) y un gran reparto, Manuel Dicenta, Florinda Chico, José Luis Coll, Luis Sánchez Pollack, y Álvaro de Luna entre otros, a pesar de ello la película paso a la historia sin más pena ni gloria. Mónica Saugranes por su parte continuó con su carrera musical.


“Mónica Stop” un film de 1967 protagonizado por Mónica Saugranes que fue rodada en su mayor parte en la finca Villa Fleta. En ella podemos contemplar a todo color algunas de las dependencias de la casa y parte del jardín. Sin duda alguna no tiene desperdicio para los amantes de la Ciudad Lineal, a pesar de que el argumento de la cinta es nefasto y tan solo se salva las dos o tres canciones de la protagonista.




Dos fotogramas de la película en los que se ve la fachada principal de Villa Fleta, desgastada pero aún radiante. Su cuidado jardín y su silueta seguían destacando en una ciudad que se iba desvaneciendo poco a poco.


  
Dos de los protagonistas se dirigen con un tercero hacia la puerta de la finca Villa Fleta. Observamos al igual que en “Canelita en Rama” detalles del suelo de cantos rodados que decoraban la entrada a la casa.


Mónica la protagonista sacudiendo el polvo a una alfombra en la azotea de la fachada principal de Villa Fleta. Véanse detalles como las piezas de colores del tejado de la casa, o los detalles de forja de las barandillas.
  
  
Fotograma en el que vemos una de las escalinatas laterales de la casa y la escalera de servicio que condujo a la cocina en la antigua Villa Filomena.

  

 Cocina de la casa de servicio instalada en la planta sótano de la vivienda. Desconocemos como quedó configurada la vivienda tras la reforma encargada por Fleta, y lo que ocurrió con posterioridad, pero al parecer la casa contaba con diferentes viviendas en el mismo edificio.





La escalera principal de la casa apostada en uno de los laterales del edificio y que vino a sustituir a la original escalinata imperial que Fleta mandó derribar.

  


Tras ese tapiz colocado estratégicamente se  encontraba un gran hueco de acceso a la galería de cristales.
  

La misma ventana en la que cuarenta años atrás aparecía el tenor deleitando a los vecinos con su canto.


  
 Otro aspecto del amplio vestíbulo principal donde tiempo atrás estuvo la escalera imperial. En ese mismo lugar estuvo el piano de cola donde Fleta ensayaba junto con su amigo y vecino el maestro José Anglada.

(Compárese con la imagen en la que Fleta parece tocando el piano.)

  
El maravilloso comedor de Villa Fleta, dispuesto para una cena.

  
 
Un aspecto de las casitas de ladrillo construida con todo lujo de detalles para los animales, gallinas, conejos, palomas, y que se encontrada en la parte posterior más baja de la finca.

En los años 90 y de una forma un tanto curiosa e insólita llegan hasta mí unas cuantas imágenes de Villa Fleta. Instantáneas tomadas por los propios moradores de la vivienda, en este caso del servicio.    Al parecer son hijos y nietos del ama de llaves. Una amiga obsesionada con el edificio (por mi culpa) dibujaba su torre en el margen de un cuaderno, su compañera de pupitre le dijo: “Eso que dibujas es Villa Fleta, mis abuelos vivían allí.”








Varios aspectos del jardín de Villa Fleta, magnífico detalle del mosaico de piedras de la entrada principal, un aspecto del jardín y la casa, y la fuentecilla con nenúfares donde años atrás posó Fleta con Carmen Mirat.
A través de ella conseguí estas imágenes de las que no quiero revelar su identidad porque realmente no puedo atribuirles un nombre, pero estoy seguro que tarde o temprano daré con ellos.
Villa Fleta en los años ochenta era una de las pocas supervivientes de la zona, quizás por su maravilloso edificio cargado de detalles arquitectónicos, o tal vez por su poblado y bien cuidado jardín con centenares de árboles y plantas.
La casa, a pesar del mimo puesto por el jardinero y ama de llaves, iba perdiendo el blanco de sus paredes que se teñían de rojo al dejar la antigua fisonomía de Villa Filomena al descubierto.



Una de las últimas imágenes del edificio en los años 80. Se observa como el enfoscado se iba desplomando dejando ver la identidad de su antiguo morador.
(Espasa Calpe. Madrid)

Villa Fleta aguantó viento y marea con un aspecto fantasmagórico en el centro de la gran avenida, en el nuevo número 245 de la calle de Arturo Soria, era inevitable levantar la mirada hacia el edificio, y girarse después pensando que en cualquier momento podría desaparecer para siempre. A pesar de su aspecto sucio y desvencijado exteriormente, el interior estaba impecable, y el jardín plagado de flores y plantas hasta el último día.
A pesar de todo, siempre se tuvo la esperanza de que volviera a renacer de las cenizas, pero ese día no llegó.

  
El edificio mostrando su aspecto más tétrico, instantánea que pasará a los anales por ser “Villa Fleta” la más recordada de las fincas de la Ciudad Lineal. (La Ciudad Lineal de Arturo Soria)

Una mañana de Semana Santa, cuando casi nadie en los años 80 se quedaba en la capital un bastión de máquinas excavadoras acabaron con Villa Fleta y su jardín en menos que canta un gallo, como un crimen perfecto, queriendo borrar todos los detalles sin dejar ni rastro de nada, ni de sus fuentes y jardines, paseos y árboles, de sus artesonados y vidrieras, todo desapareció en dos días.
Entre los escombros del crimen se encontraron algunas huellas, señales que eran simples fantasmas.


Parte de la tapia que permaneció en pie algunos meses después de la demolición, donde quedó el cartel que nos recordaba que allí yacía Villa Fleta. (Imagen cedida por don Rafael Die y Goyanes.)


  
En la parte más baja de la finca entre los escombros y arbustos todavía se podía reconocer lo que en su día fue la piscina, una fosa común para un habitante muy especial. (Imagen cedida por don Rafael Die y Goyanes)

Meses después el solar se dejó completamente barrido, tan solo se salvaron dos o tres árboles, un par de cedros y un eucalipto que ha terminado por morir, quizás de agonía en un lugar que ya no le pertenece, un lugar que todos los enamorados de la Ciudad Lineal no olvidamos y que permanecerá en el recuerdo, Villa Fleta.



En la actualidad es el número 245 de la calle Arturo Soria, tres nuevos y flamantes edificios de hormigón y cristal ocupan el solar, desde sus ventanas más altas se ve la urbe, que se ha filtrado dentro de la ciudad lineal y a sus pies como un rio ya invisible la M-30, lo único de la escena que no ha cambiado y que se deja ver tras el skyline de la ciudad es el maravilloso decorado de la Sierra de Guadarrama.

Especial agradecimiento a Ricardo Márquez, Rafael Die y Goyanes y a Laura Fernández por su colaboración en este post.

125 AÑOS DEL INICIO DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDAD LINEAL

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Seguramente la tarde de aquel 16 de Julio de 1894 fuese tan calurosa o más que la de hoy en aquel recóndito paraje a ocho kilómetros de la Puerta del Sol. Los asistentes estaban preparados, un grupo de personas que habían creído y confiado en el proyecto de Soria, locos les llamarían muchos, incluso se llegó a pensar en estafadores, porque nadie daba duros a cuatro pesetas. Lo que no sabían, era que aquel hombre les estaba embarcando en su sueño, en su teoría, en algo que finalmente fraguó, germinó y dio sus frutos, pero que como tantas veces en esta vida se vio truncado, por lo más terrible, por eso que tanto miedo da, incluso pronunciar y que no solo sesgó la vida de nuestra Ciudad Lineal, sino la de los habitantes de todo el Mundo, las guerras.


Aquella tarde soleada se reunieron en el “hotel de la Compañía” todos los miembros del consejo de la CMU, entre ellos el Arzobispo de Madrid-Alcalá, José María Justo de Cos; el Gobernador Civil, Duque de Tamames;  los alcaldes de Canillejas y Canillas, y por supuesto el artífice de todo ello, don Arturo Soria y Mata que contaba por aquel entonces con 49 años de edad.

En un solemne acto se colocó la piedra de granito con inscripción en el alfeizar de una de las ventanas del edificio, y bajo esta una caja de plomo en la que se incluyeron entre otras cosas una copia del acta de inauguración.  Poco después se dio un pequeño convite en la finca que el general Topete poseía en la Concepción.


Aquella piedra bautizada con todos los honores como la primera piedra de la Ciudad Lineal se mantuvo en aquel alfeizar durante años, tantos que el edificio que originalmente había sido construido para albergar las oficinas de la CMU, pasó con los años a ser un anexo de esta, situada a unos metros. Reformas tras reformas, en un momento fue olvidada.


Después, ya en 1954 cuando aquellos edificios tenían ya un aspecto triste, don Rafael Munguira adquirió un solar junto aquel pequeño primer edificio de la Ciudad Lineal que por aquel entonces ya se había convertido en la academia Cervantes, un pequeño centro escolar, y fue al derribar unos viejos almacenes allí existentes para construirse una casa cuando apareció la piedra, que este tuvo en el jardín de su casa durante más de cuarenta años.


En 1996 el chalet del Sr. Munguira y el primer edificio de la Ciudad Lineal fueron nuevamente anexionados, y en este momento cuando la piedra es donada por él al ayuntamiento de Madrid, para que todos las pudiéramos disfrutar.


Quizás hoy hace 125 años, y ya a estas horas, bien entrada la noche, don Arturo Soria estaría planteándose que su proyecto por fin iba a ver la luz.  Enhorabuena por ello.

Para conocer con detalle la historia del inmueble visite: Historias Matritenses. El primer edificio de la Ciudad Lineal.


Legado de Arturo Soria. Asociación Cultural.

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Es para mi un verdadero placer formar parte de esta Asociación Cultural nacida de la unión de un grupo de personas ligadas de una u otra forma, amigos en definitiva, que de manera desinteresada rescatarán el acervo olvidado de D. Arturo Soria, sus libros, sus inventos, su carrera política y el más ansiado de sus proyectos, La Ciudad Lineal.


Coincidiendo este año con el primer centenario de su fallecimiento, la asociación impulsará una serie de actividades, entre ellas conferencias, exposiciones y visitas guiadas que se prolongarán no solo durante este año, sino de forma indefinida.

Recuperará eventos olvidados como "la fiesta del árbol", sonidos de otros tiempos, como el himno de la misma, rescatado y a disposición de todos,  y sobre todo, le recordará y homenajeará el día del centenario de su fallecimiento, el próximo 6 de noviembre. 

A través de la página web podremos conocer estas diferentes actuaciones y todo el patrimonio rescatado. No dudes en darnos tu opinión, dejar alguna sugerencia, o  participar con nosotros de forma directa contándonos tu historia.


A partir de este momento mis relatos e historias serán publicados en la propia pagina web, en la que estarán avalados y contrastados por el resto de colaboradores.  




Además puedes seguirnos a través de nuestras redes sociales:


COMIENZA LA RECONSTRUCCIÓN.

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A través de este blog se podrán realizar aportaciones, intercambiar impresiones y ayudarnos en conjunto a reconstruir la ciudad perdida. La antigua ciudad de Arturo Soria hoy absorbida por la urbe, será reconstruida poco a poco hasta poder realizar Un paseo por la Ciudad Lineal.

Con el tiempo irán  apareciendo entradas de antiguos edificios que de una forma u otra ya han sido localizados y encasillados en su lugar correspondiente, nombre y número de la calle, propietarios, historia.

Recuerda, cualquier aportación por insignificante que parezca será de gran valor.

¡Muchas gracias! 

Tierra de María Santísima.
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